Curioso que mientras Radio Educación festeja su centenario como un pilar de la radiodifusión pública en México, decide “honrar” a sus colaboradores dejándolos sin paga.
Un siglo al aire, 100 años de historia y ahora, en lo que debería ser un momento de gloria, la emisora suspende los pagos de honorarios a 100 prestadores de servicios profesionales.
El comunicado /042/2024 de la Dirección de Finanzas y Administración nos recuerda que la historia de Radio Educación no es solo la de una institución cultural, sino también la de una estructura administrativa que, parece, aún no domina la administración de sus recursos.
¿Será un problema de gestión o de simple desinterés?
El 23 de octubre, los trabajadores recibieron la noticia: “no habrá pagos de septiembre, octubre, ni de los próximos meses del año”; siendo la excusa oficial, la falta de fondos, atribuida a “reducciones presupuestales” y “pagos de pasivos”, una justificación que suena más a un “ajústense” que a un verdadero compromiso con la gente que sostiene la calidad y profundidad de los contenidos de la emisora.
La mala noticia del oficio, tiene un ligero consuelo, pues en el número cuatro del comunicado dice:
“En cuanto se haya dotado de recursos presupuestales se liquidarán los pagos pendientes que se tienen con los Prestadores de Servicios Profesionales, lo anterior a efecto de no rescindir contratos vigentes actualmente.”
¿Solución, amenaza o condicionamiento?
Y mientras 100 familias quedan en el aire sin saber cuándo tendrán recursos para pagar sus cuentas, alimentos, escuelas, medicinas y otros etcéteras, el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de Radio Educación (Sintre) alzó la voz a través de su líder, Ángeles Medina, quien no solo exige el cumplimiento de los contratos firmados hasta diciembre, sino que también plantea la necesidad de diálogo y voluntad de las autoridades para resolver la crisis.
Suena razonable, pero parece que el diálogo y la sensibilidad son conceptos difíciles de implementar para la directiva de Radio Educación.
Ah, pero eso sí, el director general y los directores de área de Radio Educación reciben un salario mensual que ronda entre los 113 mil y los 139 mil pesos, mientras que los prestadores de servicios profesionales deben conformarse con comunicados y promesas.
¿Es esta la forma de celebrar el centenario de una emisora pública?
Quizás la directiva considera que la “austeridad” solo se aplica a quienes no tienen un contrato permanente ni acceso a un seguro social, pero resulta doloroso ver cómo el peso de estas “medidas” recae siempre en los mismos: quienes día a día entregan su tiempo experiencia y conocimiento para crear contenidos de calidad.
Más allá de este episodio, el caso de Radio Educación no es único. Las condiciones laborales en el ámbito de la radiodifusión pública suelen caracterizarse por la precariedad, contratos temporales, pagos irregulares y la falta de prestaciones, que son parte del paisaje para muchos profesionales de la radiodifusión nacional.
Es una situación que se ha normalizado y que, lamentablemente, pocos denuncian con la contundencia que merece. Trabajar en una emisora pública debería significar dignidad laboral y reconocimiento del compromiso social y empresarial que implica, sin incertidumbre y abandono.
Este centenario de Radio Educación ha quedado manchado por la incapacidad de la institución de cumplir sus compromisos con aquellos que, en última instancia, son la voz y el rostro de la emisora.
Que tal si la directiva reflexiona sobre lo que significa realmente “honrar la trayectoria” de una institución como esta; porque no es a través de eventos conmemorativos o de discursos bien elaborados, sino con la certeza de que cada uno de sus trabajadores, permanentes o temporales, reciban el respeto, trato justo y la dignidad que se merecen.
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