El éxito del Museo Guggenheim de Bilbao es indudable. Tan es así que a más de una década de iniciada la propuesta de su ampliación (la cual está en espera por las múltiples fuerzas que se le oponen), retorna tras una reunión entre sus principales involucrados y accionistas.
Finalizado en 1997, el proyecto es autoría del arquitecto canadiense Frank Gehry, edificación que es para muchos, por sí misma, la obra estelar del museo.
Hoy vuelve al foco mediático la posibilidad de una ampliación a esta reconocida obra. Tras una reunión en el Guggenheim de Nueva York entre Imanol Pradales, presidente del gobierno del País Vasco, y Mariët Westermann, directora ejecutiva del Museo Solomon R. Guggenheim, dieron a conocer el retorno de la negociación de este prometedor desarrollo.
Un par de montículos pretenden aunarse al paisaje de Urdaibai, una reserva natural perteneciente al País Vasco, al noroeste de España. La primera intervención ha de desplantarse en Guernica y Luno, la segunda en Murueta, municipios separados por poco más de 5 kilómetros y a unos 30 de Bilbao, en los cuales se proponen los 2,500 y 3,700 metros cuadrados de construcción, respectivamente.
Ahora bien, con casi 37 millones de euros en ingresos y casi 7 millones en pago de salarios, el informe de auditoría del 2023 testifica el gran negocio que trae entre manos la Fundación del Museo Guggenheim de Bilbao. Esto contrasta con su hermano alemán, el Guggenheim de Berlín cerró en 2013 tras no renovar la alianza con la Fundación Solomon R. Guggenheim. En España este contrato se volvió a firmar en 2014, tiene una caducidad de 20 años y le representó casi 40 millones de euros al País Vasco.
Guggenheim Urdaibai Stop, colectivo que cuestiona la frivolidad con la que se está mirando este proyecto, asegura que se privilegia el desarrollo turístico masivo por encima del resguardo de esta gran riqueza natural, lugar que actualmente cobija a 45,000 habitantes y teme ante la amenaza de recibir a 150,000 visitantes por año.
Por otra parte, recordemos que el plan Guggenheim de Bilbao abarcó mucho más que el solo museo, hubo también toda una planificación urbana que restructuró y aportó al desarrollo general de esta ciudad. El proyecto es reconocido ampliamente por miles de entusiastas de la arquitectura, se cita constantemente en las aulas y es una estrategia urbana varias veces replicada, aunque nunca con el éxito de este.
La disputa que ha retardado la decisión de arrancar este desarrollo tiene mucho que ver con lo que hoy en día, dentro de la arquitectura, se habla más que nunca. La sustentabilidad, vista como el factor primordial en la reciprocidad ambiental de una obra, puede ser la solución para estas tres fuerzas presentes en la disputa, la política, económica y social.
Si se garantizara que la o el arquitecto seleccionado para el diseño de esta ampliación lo hiciera bajo este requisito arquitectónico, esta podría navegar con bandera de inocente, de congruente con su contexto ambiental, y generar el mismo interés, gusto y admiración como la de su sede en Bilbao.
Claro está que no solo por tratarse de un museo de esta escala en dicho contexto deba ser empleado este concepto tan necesario, la sustentabilidad tendría que ser sinónimo de diseño arquitectónico en cualquiera de sus escalas, usos y ubicaciones.
En la idea de que serán unas ampliaciones a la obra principal, ¿estas nuevas arquitecturas pretenderán continuar el lenguaje arquitectónico empleado por Gehry, o resaltará la individualidad, el carácter de cada arquitecto involucrado?, ¿qué otros factores abonan al deseo de este proyecto?, ¿realmente necesita el Guggenheim de Bilbao una ampliación y, más aún, en ese sitio?
Esperemos pronto tener noticias que resuelvan estas y otras dudas.
Con gusto atenderé sus comentarios al correo: jp.arquitextos@hotmail.com