Tragedia tras tragedia. Si bien estamos expuestos a los accidentes por causas naturales, la tecnología y el avance de la industria debieran orientarse a otorgar mayores márgenes de seguridad y bienestar civil, preparándonos ante eventuales incidentes. Recordemos algunos de los más recientes, eventos que se lamentan por su fatal desenlace.

Era la madrugada del martes 8 de abril en Santo Domingo, República Dominicana, cuando más de un centenar de personas, bailando al ritmo de Rubby Pérez (famoso cantante de merengue que aquella noche amenizaba), fueron sorprendidos por la inminente alerta de un derrumbe. Pero aquello no era un sismo ni una feroz tormenta, era el crujir de la losa del famoso club nocturno “Jet Set”. Y sucedió. La cubierta, que algunos ya advertían y documentaban su desmoronamiento, colapsó, dejando a más de un centenar de personas heridas y al doble de fallecidas.

Las bocinas retumbaban igualmente en la Ciudad de México el pasado 5 de abril. En el Parque Bicentenario se llevaba a cabo “AXE Ceremonia”, un festival de música que prometía no más que diversión a los asistentes. El viento corría fuerte, el clima no jugaba a favor de las grúas empleadas como indicativo de ubicación en ese concurrido evento. Apareció el resultado de la negligencia, aquella alargada estructura de acero cayó, aplastando así a dos fotoperiodistas, víctimas fatales de la desatención a los protocolos de seguridad establecidos en la materia. La música continuó, los asistentes, aún desinformados de lo sucedido, siguieron bailando hasta la cancelación del evento, cosa que sucedió varias horas después mientras los dos cuerpos sin vida se resguardaban tras bambalinas y alejados del ojo público.

Retrocedamos ahora a la tarde del 28 de marzo en Tailandia. Un terremoto de magnitud 7,7 nos recordó lo vulnerables que somos ante el poder de la naturaleza. La que sería la Sede del Auditor General de aquel país (imponente edificio en construcción pero ya con 30 niveles consolidados) se desplomó con una impresionante facilidad, traumática incluso para quienes lo presenciaron (los videos de lo sucedido circularon profusamente desde los primeros momentos). Aún más indignante hubiera sido de haber estado terminada y ocupada la torre, las vidas que se hubieran perdido si el movimiento de las placas tectónicas hubiera arribado escasos meses después. El ministro de la industria cuestiona ahora a la empresa china “Xin Ke Yuan”, proveedora de las toneladas de acero empleadas en aquella construcción y que, según el peritaje, no cumplía con los requerimientos necesarios en materia de resistencia, lo que provocó la muerte de 27 trabajadores y 67 más perdidos entre los escombros.

Si bien este último ejemplo pertenece a las catástrofes naturales, no podemos exentar la responsabilidad humana, malas decisiones que terminaron por facilitar a la contundencia y ferocidad del terremoto. Bajo esa línea, los tres incidentes recalcan la importancia de una buena planeación, supervisión y atención aún después de finalizada la obra. Las decisiones que se toman a la ligera a la ligera se van, no cerciorarse de todos los factores en juego dejó, en estos casos, profundas heridas en miles de personas.

Sin olvidar nuestra fragilidad en el mundo, el dolor causado por estas tragedias debiera motivar a mejores decisiones constructivas, al cumplimiento y mitigación de riesgos del protocolo de protección civil, es decir, a un profesionalismo que corresponda con la realidad de las circunstancias.

 

Con gusto atenderé sus comentarios al correo: jp.arquitextos@hotmail.com

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