La radio pública en México, con emisoras como Radio Educación, que celebra su centenario en 2025, y el IMER, es hoy, un refugio de cultura y educación. Además programas como Latinoamericanas en Código 21 Radio, donde mujeres diseccionan la realidad por diversas regiones del país junto a radionovelas y transmisiones en lenguas indígenas, llevan saber y tradiciones a los márgenes de toda la nación.
Las 82 estaciones que conforman la Red Nacional de Radiodifusoras en México son todavía un puente de difusión, información y entretenimiento para comunidades sin internet, ofreciendo salud, derechos y memoria en tiempos de crisis.
No obstante, el auge de los podcasts, el desinterés estatal y la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión (LFTR) de 2025, ponen en jaque la autonomía de la radiodifusión tal como la conocemos hasta ahora, pues cada vez son menos los escuchas de la radio por antena y mucho más los consumidores de contenidos sonoros en formato digital.
La nueva ley, impulsada por el gobierno de la República, elimina el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) y crea la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones, dependiente del Poder Ejecutivo Federal, misma que controlará concesiones y supervisará contenidos programáticos, lo que despierta temores de censura.
La centralización del poder en la Agencia sin un organismo independiente sólido, podría limitar la pluralidad de las radios públicas, esas que por siempre han sufrido por la preferencia del gobierno de financiar medios privados afines.
No perdamos de vista que los podcasts, con 49 millones de oyentes proyectados para 2025, son otro desafío para los productores radiales en nuestro país y no solo en las estaciones de concesión comercial, sino también y quizá más, en las emisoras públicas donde se busca adoptar el uso de las nuevas tecnologías y plataformas digitales para atraer jóvenes, no obstante que esto pueda restar recursos creativos o de contenido programático a la radio tradicional, elementos que hasta ahora siguen siendo vitales en zonas rurales.
El desinterés estatal agrava la situación, porque sin presupuestos adecuados, las estaciones comunitarias y rurales luchan por cumplir su misión por fomentar cohesión social y desarrollo humano.
Así pues, la radio pública merece autonomía, fondos y un modelo que integre lo digital sin perder su raíz., porque si calla, México perderá también un pedazo de su alma sonora.
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