Las primeras formas de pensamiento que desarrolló el ser humano fue el mítico que consiste en utilizar mitos, relatos o leyendas para comprender y dominar el mundo, casi siempre apelando a la intervención de fuerzas mágicas o sobrenaturales. Es la demiurgia (como actos de magia) que en la explicación mítica es uno de los recursos más destacados por excelencia. [1]
La actitud mítica genera mitos, ritos y fetiches como instrumentos fundamentales para la resolución de aquellos problemas básicos. La facultad que más interviene en la creación de mitos, ritos y fetiches es la imaginación.
Con una serie de explicaciones basadas en símbolos, leyendas y diversas supersticiones que se instrumentó y se reconoció para tratar de darle explicación a los fenómenos principalmente naturales, se esquematizó de la siguiente manera con tres rasgos en la “lógica” de la actitud mítica:
- Personifica y diviniza las fuerzas naturales: la muerte, la vida, el amor, el trueno, la guerra, la fertilidad, la lluvia… son dioses a los que se les puede pedir una intervención beneficiosa para el individuo y el grupo mediante oraciones y plegarias.
- Los sucesos del mundo se hacen depender de la voluntad de un dios: si no llueve ―o si llueve en exceso― es porque no se ha rendido culto adecuadamente al dios de la lluvia; si una enfermedad diezma nuestro poblado es porque un dios está irritado con nosotros; si perdemos la guerra es porque el enemigo tenía dioses más poderosos que los nuestros…
- Los objetos tienen propiedades distintas a las naturales: una piedra ―tras el ritual correspondiente por el que se convierte en talismán―, es mágica, no posee sólo las propiedades naturales (peso, tamaño, dureza…), además con ella curamos enfermedades, convocamos a los dioses o a los espíritus…
En esta actitud: “Mediante los mitos el ser humano conseguía dar una explicación a los distintos acontecimientos de su vida, tanto los relativos a cuestiones concretas pero fundamentales de su existencia (el desenlace de una batalla, la muerte de un amigo…), como a los grandes problemas de la vida (el nacimiento, la muerte, el sufrimiento, el origen del mundo…), y mediante los ritos y los fetiches creía poder dominar las fuerzas de la naturaleza y de la vida social de acuerdo con sus propios intereses.”
Estos tres elementos llevan a considerar que en el mundo reina el capricho, la ARBITRARIEDAD de los dioses, y, por lo tanto, que en la actitud mítica el mundo se presenta como siendo un CAOS más que un Cosmos. Los dioses son arbitrarios en su conducta, aunque no tanto como para que no se puedan controlar mediante ritos y plegarias.
El mundo griego anterior a la aparición de la filosofía vivía instalado en esta actitud; el gran acontecimiento espiritual que inician los griegos en el siglo VI a.C. consiste precisamente en intentar superar esta forma de estar ante el mundo con otra forma revolucionaria que apuesta por la razón como el instrumento de conocimiento y de dominio de la realidad. Sin embargo, no hay que creer que la actitud mítica desaparece completamente a partir de esta fecha, más bien ocurre que son unas pocas personas las que viven en el nuevo y revolucionario modo de pensar, y que éste poco a poco se va haciendo más universal. Pero la actitud mítica todavía no ha desaparecido: en nuestra época muchos siguen confiando en explicaciones de este tipo, y personas que parecían haber conquistado definitivamente este nuevo estado, caen en la actitud mítica cuando su vida se torna difícil o en ella hay imprevistos no solucionables con el ejercicio de la razón.
Esta primera actitud perduró en las primeras culturas, la mitología estudia en todas ellas la forma en que crearon sus símbolos, relatos y ritos, que a la fecha siguen permeando en determinadas regiones, contextos y personas.
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[1] Apartado desarrollado con la consulta de: Echegoyen Olleta, Javier. Historia de la Filosofía: Vocabulario y Ejercicios: Volumen I. Filosofía Griega, Volumen1, Edinumen, Editorial, 1995.