En esta semana nos enteramos que Eduardo del Río “Rius había muerto. Inmediatamente comprendimos que Rius ya no era un jovencito (tenía 83 años) y entonces se nos hizo más fácil asimilar que ya no estaría con nosotros. Los recuerdos y el agradecimiento al maestro de la nariz aguileña no se dejaron esperar y una numerosa cantidad de publicaciones en el feis reflejaron lo mucho que aporto el caricaturista a la nación mexica. Y es que quizás en mucho tiempo, el más importante caricaturista mexicano allá sido Rius.

Rius se destacó por ser un crítico de las instituciones imperantes, impostoras e impositoras del pueblo mexicano en muchos sentidos. Desde el mito guadalupano pasando por el priismo o la comida y terminando con la filosofía, el marxismo o el capital. Aporto un retrato de una sociedad mexicana en una época presidencialista, y observó un pueblo agachado y divertido, manipulado por un grupo de políticos, ricos y sacerdotes corruptos y tranzas.

Rius nació en la conservadora y creyente ciudad de Zamora Michoacán en 1934. En ese lugar el artista encontró los elementos que criticaría y darían eje a su trabajo como escritor y caricaturista. Antes de convertirse en un maestro del dibujo malhecho y mordaz, Rius fue seminarista, burócrata, cantinero, embotellador, encuadernador, cajista, office boy, vendedor de jabón y un día empleado de pompas fúnebres. Con él tiempo se constituyó en un ser informado y respondón en un sistema aletargado, paternalista, opresor, dogmático, doble moralista y ladrón, y en el que hacía falta; un pensador para el barrio menos leído.

Colaboró desde los años cincuenta en casi todos los periódicos y revistas del país, medios de los que también, el mismo lo confesó con orgullo, fue despedido. A excepción claro, de los periódicos SIEMPRE, PÓLITICA y PROCESO. Luego, Rius, se dio a la tarea de crear y de fundar diferentes revistas e historietas como La Gallina, El Mitote ilustrado, Marca diablo, La Garrapata y más adelanté El Chahuistle y El Chamuco. Fue creador de las emblemáticas historietas Los Supermacho y Los Agachados. En donde el indio Calzontzin, con cobija eléctrica como atuendo, vivía una serie de peripecias y aventuras que reflejaban un México común y corriente y en el que la fuerzas de flaqueza eran siempre el motor para continuar viviendo (y leyendo-viendo). Desarrolló una técnica que hacía uso del collage, del dibujito y la literatura teórica. Sus libros fueron los primeros en tratar temas desde un enfoque de iniciación, aportando el título “para principiantes” y que después sería fusilado por el mote en inglés “for dummies”. Entre sus libros publicados, que eran una especie de comic literario, se encuentran: “Lenin para principiantes”, “Marx para principiantes”, “Cuba para principiantes”, “ABChe”, “Mao en su tinta”, “El Mito guadalupano”, “La Panza es Primero”, “La Revolución Femenina”, “La vida de cuadritos”, “Historia del capitalismo” entre muchos, muchos, otros.

Un día, en la presentación de un libro sobre el pulque en la que Rius estaba presente, en la fase de preguntas, un anciano tomó el micrófono y convirtió su breve intervención, en un discurso interminable y aburrido, argumentando, en un total fuera de lugar, que había sido diputado local y que por tanto, se le merecía respeto. Rius se levantó, y aunque el viejo lo adulaba en su choro, le dijo que se detuviera, se sentará y que guardara silencio, que ese no era lugar para discursos rascuachos y panfletarios.

Gracias por todo RIUS. Descansa en Paz. No mereces Homenajes en Bellas Artes; porque serían a los que siempre criticaste los que lo tendrían que hacerlo, pero siempre serás y fuiste uno de los grandes relatores de nuestro pueblo. Descansa junto a Posada o Gabriel Vargas, que justo ahí te toca.

artodearte@gmail.com

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