Desde su primera edición en 1963 como la conocemos actualmente, la feria de Tlaxcala ha evolucionado aunque no ha dejado de promover las riquezas culturales que le distinguen, algunas heredadas por las culturas prehispánicas y otras más que se conservan desde la época de la conquista.
Aspectos de fiesta y tradición como la charrería, peleas de gallos, las corridas de toros, exposiciones gastronómicas, y desde luego, la conjugación con las fiestas de Todos Santos y Día de Muertos, hacen de la Feria de Tlaxcala una de las más representativas de la región.
“Feria de Todos los Santos”
Es precisamente el fervor y culto que se le rinde a la muerte lo que le da significado a la reconocida “Feria de Todos los Santos”, que en esencia se fundó a partir de la devoción que los antiguos tlaxcaltecas tenían por las deidades de origen indígena y después con la conquista, por aquellos de la religión católica.
Si bien la Feria de Tlaxcala como la conocemos comenzó a celebrarse hace 54 años, existen datos que advierten celebraciones desde 1826 en donde había pequeños festivales o ceremonias en honor a los muertos y que se conjugaban con aspectos de atractivo popular.
Un documento del Archivo Histórico del Estado de Tlaxcala del año de 1826, muestra que precisamente en aquel año el entonces presidente de la República, Guadalupe Victoria con el auspicio del Congreso General, determinó que “al Territorio de Tlaxcala se le concede por diez años una Feria Anual”, por lo que a partir de esa celebración se le ubica a la de Tlaxcala, como una de las ferias más antiguas del país.
Como se sabe, la celebración de la feria se desarrolla durante los meses de octubre y noviembre, y de acuerdo a la reseña oficial del Gobierno del estado de Tlaxcala, “es una muestra del desarrollo económico, agrícola, ganadero, industrial, artesanal y turístico del estado, además de consolidar la imagen de Tlaxcala como una entidad propicia para la inversión.”
En ella, se reúnen anualmente los diversos sectores sociales de Tlaxcala en donde se reafirma el sentido de pertenencia a una comunidad, que los lleva a celebrar una sinergia acumulada por siglos, toda vez que su riqueza social y patrimonio cultural son compartidos durante un mes con los visitantes nacionales y extranjeros.
Pueblo de tradiciones
La feria se ha convertido en uno de los escenarios más propicios para la convivencia entre tlaxcaltecas y foráneos, en donde se presume la idiosincrasia del pueblo local y se comparten las tradiciones.
No obstante que Tlaxcala representa al estado más pequeño del país, sus tradiciones y cultura lo hacen uno de los más representativos a nivel nacional, más aún por la forma en que conmemoran y reciben a los llamados fieles difuntos.
La esencia indígena y prehispánica de los tlaxcaltecas ha perdurado hasta la actualidad para integrar un intercambio cultural en el que se conjugan las costumbres y tradiciones antiguas con las actuales, y que le dan a la feria del estado un invaluable toque de diversidad.
Uno de los rubros que más distinguen a Tlaxcala es su gastronomía, y es precisamente este atractivo el que más se presume en su recinto ferial plagado de opciones para degustar de los platillos típicos de la región.
Aspectos como los tlacoyos de ayocote, quintoniles, sopa tlaxcalteca, mixiotes de carnero o el pollo Tocatlán, quesadillas, y hasta los cortes más selectos de carne, colman las mesas durante las tardes de feria en Tlaxcala.
Peleas de gallos, patrimonio cultural
Recientemente en el Congreso del estado se presentó una iniciativa para declarar a la “Crianza, Producción y Pelea de Aves de Combate (Peleas de Gallos), Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado de Tlaxcala”.
De acuerdo a la propuesta, la historia gallística reconoce a Tlaxcala como una entidad precursora de la crianza de aves de combate en México, además de que la misma tradición se remonta al año de 1826, “dando así inicio a una de las ferias más antiguas e importantes de México, dentro de las cuales, desde luego, uno de sus atractivos fueron las peleas de gallos”.
Y es que a partir de que la charrería y las corridas de toros ya han sido declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de Tlaxcala, los representantes populares en el Congreso consideran pertinente incorporar a las peleas de gallos a esas declaratorias, pues también forman parte de las tradiciones e identidad tlaxcalteca, máxime si se trata de la feria en donde resaltan esas tres actividades como base de los festejos.
Las tardes de toros con sabor especial
El estado de Tlaxcala cuenta con una tradición taurina que desde el siglo XVI se fue afianzando a partir de la llegada del ganado bravo a las dehesas tlaxcaltecas que hoy conocemos, y que han dado realce a la fiesta brava local y nacional.
La tradicional feria tlaxcalteca no podría entenderse sin sus tardes de toros y la plaza Jorge Aguilar “El Ranchero” es el marco propicio para disfrutar los festejos taurinos a lo largo de los años, ha mostrado carteles de relevancia aunque las ganaderías tlaxcaltecas han pasado a segundo término.
Aquel que visita Tlaxcala en época de feria, guarda un recuerdo especial en la mente tras conocer por primera vez su plaza de toros.
Con su inseparable compañero, el campanario del ex convento franciscano, en la plaza de toros de la capital del estado se viven de manera especial las tardes de toros. El ambiente solemne de la afición, la intimidad del escenario y la cercanía con sus toreros, hacen de la experiencia taurina en Tlaxcala una sensación incomparable para los visitantes.
Color sin igual, el de “Tlaxcala, La Feria”
Es por ello que con pulque, platillos típicos, catrinas y cantinas, pan de muerto y ofrendas con olor a flores y fruta, se podrá disfrutar la Feria de Tlaxcala que como cada año abre sus puertas para recibir la visita de miles de turistas.
La época de feria que inició el viernes 27 de octubre se conjunta con los festejos por el tradicional culto a la muerte que en Tlaxcala se vive de manera muy especial, con varias sedes en donde se colocan coloridos altares que delatan el fervor y folclor con el que los tlaxcaltecas reciben a sus parientes fallecidos.
Las tardes soleadas y con el tibio viento generan una atmósfera propicia para disfrutar las tardes de toros.
En el recinto ferial, el ambiente familiar de los festejos se prepara para recibir a chicos y grandes que buscan un rato de diversión en una de las tradicionales pulquerías, o en los juegos mecánicos que alumbran la noche con focos de colores.
Para los amantes de la fiesta y la parranda, la música de banda, mariachis y hasta las jaranas veracruzanas, hacen de la noche una auténtica romería.
Las noches de gallos en el palenque, las tardes frías en el teatro del pueblo y los días soleados de charrería, son aspectos que visten la tradicional feria de Tlaxcala que con su clima provinciano genera convivencia entre locales y foráneos.
Hasta el próximo 20 de noviembre, la feria de Tlaxcala espera a familias que podrán disfrutar de diversas actividades, los festejos se convierten en una atractiva opción para los próximos dos fines de semana, y se esperan visitantes de la Ciudad de México, Puebla, Veracruz, Hidalgo y Estado de México.
De acuerdo a las autoridades estatales que acudieron a varias entidades vecinas a presentar la feria, se espera una derrama económica superior a los 30 millones de pesos, así como la visita de un millón de visitantes.
Recientemente, la feria fue presumida por el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, quien reconoció que “Tlaxcala es referencia en la zona centro del país por su feria. Estamos convencidos de refrendar ese papel a favor de su orgullo e impacto económico, porque nuestro potencial es grande y nuestros resultados también lo son”.
Si bien la feria hasta hace unos años había evidenciado cierto desorden por la proliferación de bares y antros, la remodelación que hace unos años se le hizo a las instalaciones del Recinto Ferial permitieron que se recobrara un sentido familiar y de sana convivencia.
Sus instalaciones muestran el color y la arquitectura muy característica de la región tlaxcalteca, una de las más representativas de la zona centro del país.