Primera parte
Conocí al “Brama” cuando él estaba buscando sangre para una acción que realizaría en mi universidad, en aquella época yo sufría largas rachas de hemorragias nasales y por tanto se la doné sin problema en un vasito de yogurt; ahí me hice su amigo, descubrí que acababa de llegar a Tlaxcala y que estaba realizando en diferentes espacios del estado algo llamado “performance”.
Era el año 2000. El primer gobierno no priista en Tlaxcala estaba abriendo espacios y trajo para su administración gente de otros lugares y con otras ideas. Se creó el Instituto de la Juventud y su directora Beatriz Patraca dio impulso y apoyo a festivales y propuestas nunca antes vistas en la entidad, el Instituto de la Cultura también hacía lo suyo, por esos años ofreció un taller de performance impartido por Pancho López.
“Brama”, trabajaba con Manuel “Mutis”, un personaje estrambótico y locuaz. Ambos migraron a Tlaxcala perteneciendo al grupo de arte acción “Los invasores”, en Apizaco por ejemplo, atrás de la Casa de Piedra, en lo que fue la estación del tren, organizaron un festival de performance con “los invasores”. “Caníbal masturbation”, Jorge Juanes e incluso la “Congelada de uva” andaban por ahí. “Brama” también tomó la plaza Xicoténcatl, el Parque de la Juventud, el de la Constitución o la fuente con el águila a las afueras del Congreso por esos años.
Posteriormente, “Brama” se alejó poco a poco de Tlaxcala y yo comencé a buscar espacios para exponer una serie pictórica sobre la lucha libre, me propuse articular para la inauguración un espectáculo con performance. Invité, para empezar, a Martín “Greñas” y Alex “Le Mort”, dos muy peculiares personajes que también son músicos rupestres, luego, para seguir con el show, a Mariola Lima, una morrilla que como yo, se había entusiasmado con el performance gracias a “Brama”. Finalmente y con ayuda del pintor y músico “Leba” Muñoz, realicé un performance fusionando el tema de las caídas de Cristo con las de la lucha libre. Era Semana Santa y quedaba como anillo al dedo.
Esto fue en marzo de 2009 y dos meses después, el Museo de Arte de Tlaxcala albergó el Festival Performagia, en él, se dieron conferencias, talleres y presentaciones alrededor del performance. Conocimos a artistas y teóricos como Mónica Mayer, Lorena Wolfer, Andrea Ferreyra, Eugenia Chellet, Gabriel Civil y Pancho López que también era el organizador. Yo me entusiasmé mucho con el performance y empecé a gestionar eventos y a tomar lugares públicos y a convocar a gente para producir trabajos de este tipo. Lo hice en las calles de Tlaxcala, en la Casa del Artista, detrás de la iglesia de San José, en el Asta Bandera que hoy está destruida, en la feria de Amaxac, en la Plaza Xicohténcatl, en fin, me puse desde entonces como tarea, hacer y promover el performance en Tlaxcala.
En el año 2011, una beca me apoyó para la realización de una serie de performance que abordarían el tema de la violencia generada por la “guerra al narcotráfico” emprendida por Fecal. Realice once acciones en diversos espacios públicos y culturales del estado, así como en Puebla y el Museo del Chopo en la CDMX. También, en ese año, biólogos, antropólogos, psicólogos, artistas, literatos, entre otros, estuvimos tomando con performances, los últimos jueves de cada mes, la Plaza Xicoténcatl.
Finalmente, para esta primera parte, en 2012 organicé un Festival de performance en el Museo de Arte y en el hoy Museo de la Plástica Desiderio Hernández. Invité de la CDMX a Erick Diego que hace experimentación sonora y a los performanceros Víctor Sulser y Katnira Bello, del estado a mí siempre infaltable participante de performance Mariola Lima y un grupo en el que ella también participaba llamado “Mujeres noche” y que hacían una fusión entre danza, teatro y performance. También, invité a “Brama”.
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