1916 fue un año convulso y cambiante, en algunos sentidos radical. Se presentaron: “Introducción al psicoanálisis” de Sigmund Freud, “Teoría general de la relatividad” de Albert Einstein y la película “Intolerancia” de David W. Griffith. Por otro lado, la Gran Guerra fracturaba a la sociedad mientras el modernismo seguía ganando adeptos y la representación en la pintura tomaba diversos horizontes. En 1907 Picasso había propuesto otra manera de acercarse a la bidimensionalidad alterando las reflexiones hasta entonces experimentadas. Es en este contexto que un grupo de artistas con un tono desfachatado, entre juego y seriedad, pusieron de cabeza las prácticas artísticas de aquel entonces. Su nombre: Dadá.
Fue el 5 de diciembre de 1916 en el Cabaret Voltaire en Zurich donde se celebró por primera vez una muestra del trabajo del grupo. Fue el filósofo alemán Hugo Ball el líder fundador del movimiento y quien dio a conocer el primer manifiesto. Esta agrupación deseaba expresar con su propuesta el disgusto contra las ideas que habían provocado la guerra. Estaban en contra de los principios y valores que controlaban a la sociedad y no planeaban continuar con el respeto al arte. Se propusieron ir contra la belleza eterna y la esteticidad del pensamiento. Defendían la libertad del individuo, la espontaneidad y lo inmediato. Fusionaron distintas disciplinas, como el teatro, las letras, las artes visuales y el diseño, así como distintos niveles de comprensión y producción del arte, sincretizando lo popular con la “alta cultura”, fueron los primeros en formular los mecanismos que hoy conocemos como arte de acción, instalación, collage y la resignificación de objetos cotidianos: ready made.
Cuando el Cabaret Voltaire cerró, el movimiento se mudó a otra galería y se extendió por el continente europeo. Al terminar la Primera Guerra Mundial los artistas regresaron a sus países y continuaron con el proyecto. En Francia se concentró en Paris y en Estados Unidos en Nueva York gracias a Marcel Duchamp, Francis Picabia y Man Ray. En Alemania por ejemplo, el movimiento fue más importante en el plano político que en el artístico. Es en 1918 que el poeta rumano Tristan Tzara dio a conocer un segundo manifiesto y se convirtió en el líder indiscutible.
“Dadá”, el nombre del grupo, es una palabra enigmática. Algunos dicen que se debe a la primera palabra de un bebé, otros que es francesa y que significa “Caballito de juguete” y otros que debido a su significado en ruso: “si-si”, lo utilizaban mucho sus miembros. Hans Harp, artista e integrante del movimiento declaró: La palabra “dadá” la encontró Tristan Tzara el 8 de febrero de 1916 a las seis de la tarde. Dijo: “Estoy convencido de que esta palabra no tiene ninguna importancia y solo los imbéciles pueden interesarse por los datos”. Lo que a nosotros nos interesaba era el espíritu dadaísta y todos nosotros éramos dadaístas antes de la existencia del Dadaísmo.”
En la Segunda Guerra Mundial y debido a los campos de concentración, muchos artistas desaparecieron y con ellos el movimiento. Aunque no del todo, algunos miembros continuaron con los principios y dieron paso a lo que después sería el surrealismo, y por otro lado y más tarde, a finales de los 60´s, un grupo liderado por George Maciunas se declaraba sucesor del dadaísmo, reforzado con el conceptualismo del músico Jonh Cage y siguiendo la idea del arte procesual que proponían artistas como Jackson Pollock e Yves Klein. Este movimiento se hizo llamar: Fluxus.
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