La semana pasada, a grandes rasgos, describí como se dio y que posturas tenía ese movimiento artístico surgido en Suiza llamado “dadá”. Hoy, revisaremos lo que posteriormente, y gracias a algunas de esas ideas dadaístas, sirvió de base para la conjugación de otra postura creativa en los años sesentas llamada “Fluxus”.

Fluxus fue un grupo organizado principalmente por él artista y empresario George Maciunas en 1962. Este hombre afirmaba que su movimiento era sucesor del dadaísmo, pero además, completado y enriquecido con las posturas conceptuales del músico John Cage. Por otro lado, en ese grupo también repercutió en lo conceptual, el trabajo de los pintores Jackson Pollock e Yves Klein, quienes proponían que el arte radicaba en el proceso de la creación artística y no solo en el producto terminado.

El fluxus y el dadá fueron semejantes en distintas concepciones. Ambos grupos no se autodefinen, realizan un “arte total”, donde las barreras disciplinares se borran y los discursos se sustentan en distintas prácticas artísticas, pues fluxus es ante todo un estado de ánimo.  En ambas agrupaciones se mezclan alta cultura y cultura popular y no se limitan a un lugar de trabajo. En sus comienzos, Maciunas organiza en Tokyo, Moscú y Berlín la “Gira Fluxus”. Con propuestas que fusionan el arte, los juegos, las insignificancias o el absurdo. Fluxus creían en la noción de que “cada individuo constituye una obra de arte en sí mismo”, y desde esta perspectiva hay que entender a la vida, como una composición artística global. El desarrollo de este movimiento estuvo acompañado de carteles, exposiciones, panfletos, sellos, cajas y otros objetos, ampliando la idea de lo que es el arte y de lo que representa en sí una experiencia estética.

Marcel Duchamp es a los dadaístas lo que Joseph Beuys al grupo fluxus. Beuys identifica el arte con la vida, para él, todo ser humano tiene fuerza creativa. Esa fuerza creativa se encuentra en su trabajo. Beuys propone la conceptualidad como dispositivo de reflexión artística, anulando al objeto como comprensión del arte. Dando continuidad a las propuestas que iniciaron Marcel Duchamp y Man Ray con el ready made. Cuando Duchamp coloca el mingitorio de cabeza, dota, quizá sin proponérselo, de conceptualidad al objeto. Por lo tanto contemplar el objeto que un artista propone es generar con una acción un mecanismo para reflexionar. Así que Beuys como Duchamp no buscan crear “obras” si no “acciones”. Duchamp fusiona disciplinas y amalgama objetos para ser revisados desde otras perspectivas, desea hacer un complejo entramado de definiciones que puedan encerrar lo que el arte es y puede ser, es decir, “un concepto ampliado del arte” diría Beuys. Es así que en Duchamp encontramos el espíritu del dadaísmo y en Joseph Beuys el del grupo fluxus.

La historia del arte ha demostrado ser un complejo enmarañado de arbitrariedad y conceptos vagos. Pero en ese complicado y obtuso mundo, el dadaísmo propuso y el fluxus continuó. Duchamp empezó y Beuys lo llevó más allá. En el Fluxus, como en el dadaísmo, participaron artistas de diferentes países como Nam June Paik, Yoko Ono o Allan Kaprow, que por cierto, fue quien bautizo a las acciones del grupo como “happenings”. Incluso el artista mexicano Felipe Ehrenberg fue parte del grupo cuando estuvo viviendo en Inglaterra.

Los artistas del fluxus poco a poco dejaron de presentar obras como una organización comunal creativa, aunque fue suficiente, su influencia ya había calado en el mundo del arte pues el espíritu del grupo puede notarse en el trabajo que posteriormente se produjo, siendo su aportación una de las más importantes antecedentes de lo que hoy llamamos “performance art”.

artodearte@gmail.com

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