¡Sonríe que la vida es corta!

Por el Placer de Servir

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Opinión

En una reunión de amigos, nunca faltan los chascarrillos, los recuerdos y los retos que me llevan a escribir y afirmar hoy, que sonreír es probablemente la actividad humana con efecto de un boomerang que, por lo general va cumple con su misión y regresa a la mano del que lo lanza. Y explico, cuando alguien envía una reluciente sonrisa por el aire, al regresar viene acompañada de una compensación bella y contundente: otra sonrisa. Esto es, que lo que enviamos sin prácticamente ningún esfuerzo, la compensación que obtenemos a cambio, no tiene precio, a pesar de lo enorme que puede ser.

Según los que saben, existen dos tipos de sonrisa: la sonrisa involuntaria, o natural, y la sonrisa voluntaria, o forzada. Pero cómo distinguirlas o diferenciarlas. El primer paso es muy simple, pues independiente al contexto, la respuesta está en los ojos. Pues cuando la sonrisa es natural, observaremos que los ojos adquieren una expresión especial, ya que se arrugan los contornos de los ojos, y se contraen los músculos de la zona. A diferencia de cuando la sonrisa es forzada, esto tiende a ser muy notorio, y el efecto es distinto, al detectar eso raro, comúnmente le llaman hipocresía. A este tipo de sonrisa, lejos de producir algo energético favorable, puede llegar a producir incluso un efecto contrario que genere y provoque incluso, rechazo con nuestro interlocutor.

Pero olvidemos esas sonrisas falsas y démosle notoriedad y tiempo a la sonrisa genuina, pura y sincera, partiendo del hecho que ésta tiene que ser provocada por una reacción involuntaria que nos genera un momento personalísimo de felicidad. Los especialistas dicen que el cerebro tarda diez milésimas de segundo en asimilar ese momento de alegría y provocar la sonrisa en nuestro gesto. Lo que implica que es tan rápido, que resulta más difícil generar una sonrisa forzada que natural. Lo mágico de una sonrisa real, está en la identidad que se genera y establece con nuestro interlocutor.

Y abundando un poco más, al sonreír, según expertos en el campo de la sonrisa, nuestro cerebro libera endorfinas. Las cuales son segregadas por nuestro cerebro, mismas que producen un efecto analgésico en nuestro organismo, reduciendo obviamente el dolor físico y provoca en nosotros una sensación de bienestar y tranquilidad física.

Considero que una de las bondades de sonreír, es que la sonrisa tiende a ser contagiosa. Y eso lo he podido comprobar, tanto en la calle, oficinas, centros comerciales y no se diga en nuestro hogar, cuando por alguna circunstancia estamos molestos con algún hijo, y este con su clásica naturalidad, esboza una sonrisa. Lo cual nos hace reflexionar, y que en breve tiempo, contestemos a esa actitud, para luego encontrarnos a carcajada batiente, obviamente, sin olvidar el motivo del enfado. De hecho, hace algún tiempo hubo un programa de televisión en el que se  mostraba como en un consultorio, en una capilla, centro comercial y en alguna calle, se encontraban varias personas sin un nexo común en apariencia, lo importante era que cuando algún sujeto empezaba a reír, su risa se contagiaba casi de manera inmediata con los que se encontraban a su alrededor, hasta que momento después, la mayoría del grupo acababa riendo.

Luego entonces, si por un lado al sonreír liberamos endorfinas, y por otro, la sonrisa tiende a ser contagiosa. Entonces, por qué no colaborar con aquellos con los que están cerca de nosotros o más aún, con los que nos rodean, para ser felices y con ello generarles un bienestar, aunque sea por poco tiempo.

Lo primero que tenemos que hacer y sobre todo sin gastar un centavo, o tener que sacrificar algo, es simplemente esbozar una sonrisa frente al espejo. Para luego salir a caminar por la calle e iniciar alguna conversación, en todo momento con la sonrisa a flor de labio. Y ya que hayamos ejercitado, cual si se tratara de un maratón. Les sugiero acudamos a alguna oficina para realizar algún trámite burocrático y robemos esa sonrisa al burócrata mal encarado, no sin antes haberle lanzado nuestro dardo con la mejor sonrisa que tengamos. Y ya entrado en sugerencias, hagámoslo también cuando vayamos a comprar el pan, o el periódico, o a bolearnos los zapatos. Y simplemente sonriamos. Seguro estoy, que nos llevaremos muy gratas sorpresas. Que además de ver correspondida nuestra sonrisa, sentiremos que se establece una conexión energética bidireccional. Circunstancias que facilitarán la vida laboral, profesional o familiar.

Sin embargo, para lograr este muy simple objetivo, tendremos que ser honestos y genuinos, partiendo del hecho “YO SOY FELIZ y puedo ayudar a ser feliz a otros. Es una inversión simple y sin costo monetario, pero con dividendos muy interesantes. Porque eso es… Dar de Sí, antes de pensar en Sí.

Porelplacerdeservir@hotmail.com

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