Monumental como la plaza de toros México fue la bronca que se armó el pasado jueves doce de diciembre en los tendidos del gigantesco coso capitalino, luego de que el juez se convirtiera en el protagonista de la noche pero no por sus méritos, sino por sus malas decisiones.
El regreso de la ganadería de Begoña a ese coso monumental después de más de 20 años resultó un atractivo para los aficionados a los toros, aquellos que privilegian el anuncio ganadero antes que el elenco de toreros, y la entrada que registró el numerado y hasta el departamento general dejó en evidencia que se trató de un cartel redondo.
Sin embargo, la fecha también ayudó a que los tendidos de La México lucieran como en sus mejores galas, pues la celebración en honor a la Virgen de Guadalupe, patrona de un alto porcentaje de mexicanos, conjugó el ambiente taurino con el solemne y religioso que representa la conocida mundialmente “Morenita del Tepeyac”.
Uno de los momentos que puso de cabeza el espectáculo quitando relevancia a lo que habían hecho los toreros en el ruedo, fue lo ocurrido con el sexto toro del encierro, al que el juez ordenó que se le colocaran las banderillas negras en señal de “castigo” a su mansedumbre.
Sin embargo y de forma incomprensible, concluyendo el segundo tercio anunció el cambio del toro aun cuando ya se había picado y hasta banderillado. Eso generó el repudio total hacia el juez que, antes, había concedido una oreja inmerecida al torero tlaxcalteca Sergio Flores, que por la forma de ejecutar la suerte suprema bien hubiera perdido cualquier posibilidad de tocar pelo.
A la postre, esa oreja otorgada fue protestada por un amplio sector de la asamblea reunida, convirtiendo aquello en una auténtica pachanga monumental.
En resumidas cuentas, lo ocurrido en el festejo taurino guadalupano no rompió con la tendencia de los últimos festejos en donde por unas u otras, los toros son un espectáculo que, si bien sigue generando expectativa, también hay que advertir que ya son más constantes los desencuentros que se viven entre la afición y lo que ocurre en el ruedo.
Ya veremos cuál es la que se arma para el próximo cinco de febrero del ya venidero 2020, pues es la corrida que en el calendario suena más atractiva, sin demeritar las cuatro que aún quedan en el elenco, entre éstas, las del próximo cinco y doce de enero con toreros tlaxcaltecas en la papeleta.
México busca un torero
El certamen anunciado recientemente por TauroPlaza México y Espectáculos Taurinos de México “México busca un torero” es sumamente atractivo y novedoso si tomamos en consideración que, efectivamente, México busca un torero que con solo verse anunciado en los carteles, genere expectativa y atraiga gente a las plazas como si de un extranjero se tratase.
En un primer momento, las empresas planean desarrollar diez festejos taurinos en plazas de Ciudad Juárez y León para ver las cualidades de al menos 30 toreros de todo el país, aunque la puerta está abierta para que otros cosos taurinos puedan sumarse al proyecto. ¿Habrá quién levante la mano desde Tlaxcala? Ahí está la empresa que hizo la feria, a la que por cierto no le fue tan mal.
Qué tan importante será que el certamen se maneje lo más transparente posible para que salgan aquellos toreros que realmente tengan la sed e ilusión de convertirse en figuras del toreo de nuestro país.
Y es que más allá de la carencia de espacios en medios de comunicación masiva que difundan a la fiesta brava, así como los ataques que la han amenazado fuertemente al menos en el último lustro, también hay que valorar que atrás quedaron aquellos toreros que marcaron época y que incluso superaban en expectativa a los matadores ultramarinos.
Cuánto tiempo tendrá que pasar para que nuestra fiesta brava mexicana tenga exponentes como en su momento lo fueron toreros como “Armillita”, Luis Castro, Arruza, Silverio, Manolo Martínez, Eloy Cavazos, “El Pana”, David Silveti, Miguel Espinosa, “Curro” Rivera, y una pléyade inacabable de toreros que en México se encumbraron como figuras.
Si bien aún falta mucho camino por recorrer, en Tlaxcala tenemos dos niños toreros que, bien llevados, aconsejados y orientados, podrían convertirse en prospectos importantes de nuestra baraja taurina: Marco Peláez de la escuela de Tetla de la Solidaridad a cargo del matador de toros José Luis Angelino, y en Apizaco, Juan Pablo Ibarra, quien está a cargo del maestro Jesús Villanueva.
Escrito por: Gerardo E. Orta Aguilar