Ana Lilia Rivera Rivera
El segundo año de actividades de la sexagésima cuarta legislatura fue particularmente intenso.
Sin temor a equivocarme, se trató de uno de los periodos más interesantes que se han vivido en el Senado de la República. Como he referido en anteriores colaboraciones, vivimos días que van a quedar para la historia.
En estos últimos doce meses le dimos forma a una transformación profunda de la arquitectura jurídica que sostiene la vida de México. No es ocioso destacar que llevamos al Congreso de la Unión en general, y a la Cámara de Senadores en particular, parte de la insurrección social que se manifestó en las urnas el 1 de julio de 2018.
En mi condición de presidenta de la Comisión de Estudios Legislativos, segunda, tuve el honor de sacar adelante propuestas de avanzada, únicas en casi cien años de historia de nuestro país.
Se puede decir que, en el caso del texto constitucional, las reformas y adiciones que se le hicieron, recuperan el sentido y la inspiración social que los diputados de 1917 imprimieron en nuestra Carta Magna, promulgada en el emblemático Teatro de la República de la ciudad de Querétaro.
En medio de ese fragor parlamentario, también propuse una serie de iniciativas que ahora comparto con ustedes.
Como bien saben, desde hace años me he comprometido en la defensa del maíz nativo. Como parte de esta cruzada para conservar y cuidar a nuestra semilla, presenté la Ley Federal de Fomento y Protección del Maíz Nativo. Tengo el enorme gusto de darles a conocer que esta iniciativa, que ya publicó el presidente de México en el Diario Oficial de la Federación el pasado 13 de abril de 2020, es una ley de vanguardia en materia de derechos humanos, puesto que busca proteger uno de los pilares fundamentales de nuestra gastronomía, cultura, economía e identidad milenaria al reconocer al maíz nativo como Patrimonio Alimentario Nacional.
Asimismo, esta ley, que es el fruto de muchos años de lucha, declara a las actividades relacionadas con la producción, comercialización y consumo, así como al deber de su protección por parte del Estado, como elementos de derechos humanos a la cultura y a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad.
En el mismo tenor, propuse que se declare el día 29 de septiembre de cada año, como el Día Nacional del Maíz. La Cámara de Senadores ya tuvo a bien aprobar esta propuesta, y confío que los diputados federales le den luz verde a mi iniciativa, para que de esa manera recordemos, de manera oficial, la importancia que tiene el maíz en nuestra vida cotidiana, pero también en nuestra historia y en nuestra cultura.
Por otra parte, y en mi condición de integrante de la FAO e invitada especial del Parlatino, he dado seguimiento a una iniciativa que tiene un alcance continental, y que busca garantizar el derecho humano al acceso al agua potable. Es así que propuse que la Ley de Aguas Nacionales sea sustituida por una Ley General de Aguas, a fin de reglamentar los artículos 1, 2, 4, 27, 115 y 122 de la Constitución de nuestro país.
En este año también presenté una propuesta para crear la Ley General de Bibliotecas, que fijará las políticas de establecimiento, sostenimiento y organización de estos importantísimos centros del conocimiento. Como ustedes saben, desde hace milenios, estas loables instituciones han propiciado el avance de la ciencia y la cultura. Con la propuesta se busca garantizar la continuidad de las bibliotecas de nuestro país, en cuyos acervos se encuentran invaluables tesoros que nos dan identidad a nivel comunitario, local y nacional.
Estas son algunas de las iniciativas que presenté en el segundo año de ejercicio legislativo, en el Senado de la República. Los invito a que conozcan el resto de las propuestas que hice en mis redes sociales. Aquí ya no me alcanzó el espacio.