Cuando se habla de picante inevitablemente se habla de chile y aunque existen en todos los tamaños colores y formas todos tienen algo en común la sensación de quemazón que causan cuando los consumimos .

 

La mayoría tiene la creencia de que la parte responsable de que el chile resulte más picante es la semilla pero esto no es así,  la responsable de este efecto es la capa blanca y esponjosa que tiene adentro llamada placenta.

 

El hecho de que experimentemos una sensación de quemazón se debe en su gran mayoría a un compuesto llamado capsaicina que se encuentra dentro de unas glándulas muy pequeñas  de la placenta del chile.

 

Lo anterior ocasiona que al comer chile la capsaicina entre en contacto con la saliva y con los receptores TRPV! que existen dentro de la lengua.

 

El TRPV! son  proteínas que forman parte de nuestro sistema nervioso que están involucrados en la transmisión y modulación del  dolor. Su función principal en la boca es dar la sensación de dolor cuando algo está muy caliente.

 

Y es que originalmente el chile no era un alimento para mamíferos, de hecho esta planta comenzó a  producir esta sustancia para evitar ser comidos por criaturas como  nosotros, pues desde una perspectiva evolutiva, era preferible que fuera consumida por aves que dispersaran sus semillas.

 

Convirtiendo a la capsaicina en su mejor aliado durante mucho tiempo ya que al contrario que los mamíferos, las aves no cuentan con receptores TRPV1, lo que les evita la sensación de ardor.

 

Hasta que llegamos nosotros, que en algún punto de la evolución al probar el chile en vez de huir de esa sensación de ardor la disfrutamos, convirtiendo al chile en parte de nuestra dieta.

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