Diversos estudios científicos han demostrado que cuando se tiene un sueño de calidad, los múltiples aspectos de la vida cotidiana mejoran significativamente. Lamentablemente el ritmo de vida actual trae como consecuencia que la mayoría de la población no logre descansar el tiempo suficiente para tener un sueño de calidad cuya duración promedio es de siete a ocho horas diarias.
Cuando el cuerpo no es capaz de disfrutar de un sueño de calidad comienza a experimentar una serie de cambios o alteraciones cuyas repercusiones pueden llegar a ser permanentes entre las afecciones más comunes se encuentran los trastornos en el sistema nervioso, endocrino e inmunológico que suelen estar estrechamente relacionados con las enfermedades degenerativas.
La mayoría de los trastornos del sueño pueden prevenirse y tratarse, el problema radica en que una gran parte de la población no busca ayuda profesional para solucionarlos. Las consultas más frecuentes con los especialistas son las que se relacionan con somnolencia diurna, síndrome de piernas inquietas, ronquido, apnea de sueño y narcolepsia.
A raíz de la pandemia y el aislamiento social se tuvo un incremento de las problemáticas del sueño entre la población joven. De acuerdo con la Academia Americana del Sueño los trastornos del sueño aumentaron un 40% durante el aislamiento.
Con el objetivo de que la sociedad en general reconozca al sueño como un elemento esencial para la vida cotidiana, cada 18 de marzo se celebra el Día Mundial del Sueño, donde distintos expertos en la materia dan a conocer su importancia.