Es innegable la participación de las mujeres en varios de los acontecimientos fundamentales de la historia, incluso el desenlace no hubiese sido el mismo sin las acciones ejercidas por ellas. Por tanto, no hay un ámbito de la sociedad en el que una mujer no haya actuado de manera asertiva y decisiva en beneficio de la humanidad. Hoy las mujeres son una piedra angular para una sociedad en constante cambio. En la historia no solo existen héroes o villanos que con sus acciones escribieron la historia, también participaron mujeres, como lo muestra Georges Duby en su obra Historia de las mujeres en Occidente.

Desde diferentes ámbitos la participación femenina ha sido constante en diferentes momentos de la historia de México. Desde participación de las mujeres en la conquista de México, pasando por las líneas de prosa y poesía de Sor Juana Inés de la Cruz, la lucha por la libertad que emprendieron Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario, la modernidad que quiso impregnar con su arribo durante el segundo imperio mexicano la emperatriz Carlota, hasta llegar a las soldaderas que armadas acompañaron a los revolucionarios, que también se les conoce como Adelitas. Sin omitir a todas aquellas durante el siglo XX y lo que va del XXI han luchado para que su voz se escuche.

No se trata de un discurso feminista o en aras de dar el lugar que ya les corresponde, sino de hacer un recuento de cómo han actuado a lo largo de la historia con miras a exaltar a aquellas mujeres tlaxcaltecas que legaron para la posteridad una serie de valores fundamentales que han forjado a lo largo de una vida. Hoy ya no es Bartola a la que le dejan dos pesos para satisfacer las necesidades del hogar, hoy es un personaje fundamental en la historia.

Federico Engels en su obra El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, habló de los trabajos que realizó Morgan entre las tribus de los senekas, y habla de la existencia de una familia. En “la descendencia de una pareja conyugal de esta especie era patente y reconocida por todo el mundo; ninguna duda podía quedar acerca de a quién debían aplicarse los apelativos de padre, madre, hijo, hija, hermano, hermana.” Es notorio que entre los distintos pueblos se encuentran asignados los roles que desempeña cada uno de los integrantes de una sociedad.

En el caso de la tradición judeocristiana se habla de Adán y Eva como la pareja que da origen a la humanidad. Pasando al ámbito de la cultura náhuatl existe Ometeótl dios primigenio que ostenta la dualidad en la que se encuentran Ometecuhtli (dos señor) y Omecihuatl (dos señora) que representan la esencia masculina y femenina de la creación. Incluso, en lo que se refiere a la política del mundo nahua, existe el Cihuacóatl como segundo detrás del tlahtoani mexica.

Como es sabido y no es exclusivo de la historia, para realizar investigación histórica se debe contar con una serie de recursos que optimicen la labor del historiador. Son necesarias las fuentes que aporten información para conocer la vida y obra de los sujetos en la historia. Si se considera el ámbito de la historia de los pueblos del México antiguo, es poca o casi nula la existencia de noticias para elaborar la semblanza de un personaje. No solo sucede con los hombres, porque en el caso de Tlaxcala, hay dos mujeres de esta época de las cuales se poseen pocos datos. Con ellos y por meras inferencias se logrará conocer un poco más sobre ellas. Es el caso de Malintzi y Luisa Xicohténcatl.

Sin ser una mujer de origen tlaxcalteca, merece un lugar en la historia de Tlaxcala. Malintzi, Malinche o Marina, fue un personaje que continúa siendo tema de discusión entre los historiadores del México antiguo. Su participación como intérprete de Hernán Cortés derivó en diferentes situaciones que hoy en día siguen causando polémica entre los mexicanos y creando ríos de tinta en otros países. Para entender la figura de esta mujer, es necesario conocer las circunstancias en las que vivió para comprender su modo de actuar ante tal hecho histórico.

Al quedar huérfana fue vendida por unos mercaderes de Xicalanco y regalada a Hernán Cortés por el cacique de Tabzcoob con otras veinte mujeres. La mayoría de los conquistadores destacan su belleza, y aunque tal factor pareciera trivial, tuvo cierta repercusión sobre el capitán Cortés, ya que tiempo después nacería un hijo en común. Bernal Díaz del Castillo, profundo admirador de Malintzi destaca su primera impresión acerca de ella como atrevida y desenvuelta.

El trato constante y directo le permitió a Hernán Cortés darse cuenta de las habilidades que ella poseía, de inmediato pasa a ser uno de los personajes más importantes de la conquista. Malintzi es el canal de comunicación entre los españoles y los indígenas con Hernán Cortés al lado de Jerónimo de Aguilar.

En el caso de Luisa Xicohténcatl se sabe que fue hija de Xicohténcatl señor de Tizatlan al momento de la llegada de los hispanos a territorio tlaxcalteca. Diego Muñoz Camargo la describe como una mujer “hermosa y de muy buen parecer” “que se llamó doña María Luisa Tecuilhuatzin”. Fue dada por esposa a Pedro de Alvarado con quien partió al sureste hasta llegar a Guatemala donde dejó descendencia y se encuentran sus restos. Antes de emprender su viaje al sureste, participó en varios momentos de la conquista, tal y como está representado en el Lienzo de Tlaxcala.

Ambas mujeres ocupan un lugar especial en la historia de Tlaxcala. Sus acciones se encuentran registradas en los códices de la tradición histórica tlaxcalteca. Mientras Malintzi acompaña en todo momento a Hernán Cortés, Luisa Xicohténcatl forma parte de los principales de Tizatlan que reciben a los hispanos a quienes entregan presentes y alimentos al capitán. Su representación es constante en tres códices del Corpus del Lienzo de Tlaxcala.

Con base en algunas inferencias se pueden proponer aspectos de la vida de Malintzi. Era una mujer de origen nahua que pertenecía al grupo de los pillis o denominados nobles. Los pillis eran objeto de un comportamiento ejemplar, ya que, de acuerdo con las fuentes históricas, debían salvaguardar la integridad de los macehuales (gente del pueblo) por encargo de los dioses. Por tal motivo al cometer un delito eran severamente castigados y podían ser vendidos en el mercado de Tlatelolco, donde los únicos que podían adquirirlos como mercancía eran los pochtecas. Otra de las formas por las que se reconocer a los pillis castigados era colocarles un tipo collarín, mismo que se podían quitar personalmente al pisar excremento de perro. Ante lo anterior, es posible que Malintzi haya cometido una falta y fuese castigada y vendida. Por esta situación fue que llegó a la región de Tabasco, donde fue entregada como presente a Hernán Cortés en 1519. El hecho de convivir con los pochtecas, personajes que interactuaban en los señoríos de distintas regiones de Mesoamérica le llevo a aprender diferentes lenguas que fueron de utilidad a los conquistadores.

La memoria colectiva de San Esteban Tizatlan reclama el reconocimiento de Tecuilhuatzin o doña María Luisa Xicohténcatl, ya que, en tiempos recientes con la serie de Hernán, la figura e importancia de esta mujer quedaron en segundo plano por la representación que se hace de ella al lado de su hermano Xicohténcatl Axayacatzin.

La vida de estas mujeres y la de otros personajes históricos guarda muchas incógnitas para reconocerlos como parte del discurso histórico, no solo de Tlaxcala, sino de México y muchos países. Será necesario recurrir a las fuentes históricas para recuperar algunos datos que permitan proponer una reconstrucción que se aleje de las interpretaciones románticas que han aparecido en los últimos años sobre distintos personajes. Al hacerlos humanos tienden a idealizarlos hasta llevarlos a los pedestales.

La existencia de fuentes históricas permitirá, en la medida de lo posible, dar a conocer a la multitud de mujeres que, desde los años de la Nueva España, los siglos XIX y XX, además de los años del actual, para así mostrar, la importancia que han tenido en la conformación de la sociedad actual.

luis_clio@hotmail.com

@LuisVazquezCar

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