Especialistas en ginecobstetricia del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) destacaron la importancia de contar con protocolos para evaluar factores de riesgo de mujeres en gestación, y mantener su estrecha vigilancia médica, con el propósito de disminuir el número de muertes maternas, así como patologías fetales o malformaciones.
La tasa nacional de mortalidad materna corresponde a 26 muertes por cada 100 mil personas nacidas vivas, esto significa que en México es diez veces más alta en comparación con países de ingresos altos. Por ello, en el instituto se prioriza la detección oportuna para evitar factores de riesgo que pongan en peligro el bienestar de las mujeres gestantes.
El jefe del Servicio de Medicina Materno Fetal comentó que la salud materna y perinatal se define como el equilibrio físico, mental y social de una mujer embarazada; esto implica encontrarse en óptimo estado para realizar con normalidad todas sus funciones físicas y metabólicas, y llevar un embarazo a buen término.
Existen condiciones que pueden ser causa de alto riesgo, e incluso poner en peligro la salud de la madre o el sano desarrollo del feto, por lo que ameritan estrecha vigilancia médica. Por ejemplo, que la mujer presente alguna enfermedad crónica no transmisible, como diabetes e hipertensión, alteraciones inmunológicas o un embarazo después de los 35 años, mencionó.
Entre las alteraciones que pueden llegar a provocar estas patologías y factores de peligro en los neonatos, resaltó, están el síndrome de Down o malformaciones congénitas de diversos grados de complejidad, las cuales, en 80 por ciento de los casos se pueden prevenir, detectar y reparar oportunamente, para mejorar el pronóstico de vida y salud de personas recién nacidas.
Afirmó que, cuando existen enfermedades crónicas en la mujer, es muy importante la planificación del embarazo para prevenir complicaciones y evitar posibles muertes fetales. Por ello, se recomienda mantener un correcto control de la patología materna, por lo menos seis meses antes de iniciar la gestación. Al tener certeza de una concepción, es necesario realizar estudios de laboratorio para evaluar la función hormonal.