Por: El Psicólogo Carlos

 

Hablar sobre las emociones humanas es como tratar de predecir el clima con una bola de cristal, podrás pasar mucho tiempo interpretando señales ambiguas, pero al final, la única certeza es que siempre te encontrarás con tormentas inesperadas.

 

A propósito del estreno de la película Intensamente II y debido a todo el revuelo y controversia que ha causado en redes sociales (con esto me refiero a peleas entre psicólogos), ya que para algunos es una manera muy didáctica de familiarizarse con el término de las emociones, para otros suena una aberración el que se pueda generalizar y reducir tanto una respuesta emocional, y para ser honesto no quiero ni pretendo entrar en controversia, estamos hablando de una película cuya finalidad principal es generar dinero mientras se hable y consuma su contenido, y por todo esto que se ve, pareciera que está cumpliendo su función.

El estudiar y entender las emociones pese a su aparente simplicidad (para algunos), revela una complejidad fascinante al ser analizado desde la perspectiva conductual, esos misteriosos impulsores funcionan como un sofisticado sistema de señales que guían nuestras decisiones, moldean nuestras relaciones y en última instancia podrían definir quiénes somos, esto no es más que un conjunto de aprendizajes que se han ido instaurando en nuestro comportamiento a través del pasar de la vida.

Entenderemos una emoción como una respuesta neuropsicofisiológica que se presenta de manera inmediata al contacto con algún estímulo, y su posterior aparición en situaciones similares dependerá en gran medida de las consecuencias que se hayan experimentado en ese momento, y sí, sé que esto de inicio suena un tanto sofisticado y complejo, por lo cual procederé a explicar con peras y manzanas, las emociones tal cual las conocemos (alegría, tristeza, miedo, angustia, enojo, etc.) no son más que el resultado de una situación a la que estamos expuestos en algún momento de nuestra vida, combinado con un repertorio de respuestas que hemos ido aprendiendo al pasar de los años, y que nos han ido funcionando para enfrentar las situaciones que se nos presentan.

Imagina que eres muy pequeño y te enfrentas a la situación de llegar a una reunión familiar con personas que debido a tu edad y comprensión aún no conoces o no recuerdas bien, todos ellos se dirigen hacia ti con mucha energía y sin quererlo de un momento para otro pasas de estar solo a tener la atención de todas las personas ahí presentes, debido a ello pudieras sentirte un tanto abrumado y lo único que se te ocurre en ese momento es esconderte detrás de las piernas de tu mamá, acto seguido, tu linda madre procede a decirte que no seas tímido, que no te de vergüenza y que saludes a tu familia, justo ante esta interacción, tú como niño, empiezas a ponerle nombre a esa sensación, “soy tímido” “tengo vergüenza” y si mediante esta reacción coincide que han dejado de prestarte atención y de esta forma es como empezamos a relacionarnos, mediante las emociones con las cosas que todo el tiempo nos suceden y así sucede con todo

Lo curioso aquí, es que en gran parte del discurso de muchos psicólogos, se suelen dividir las emociones en buenas y malas, intentando vivir mucho y de manera muy intensa las emociones “buenas”, y evitando a toda costa contactar con aquellas que consideramos negativas, y esto puede ser culpa tal vez de la educación que recibimos, y que a su vez recibieron nuestros padres y así sucesivamente, sin embargo, una vez que nosotros entramos en contacto con esta información podríamos empezar a cuestionar la manera en la que nos relacionamos con las situaciones que vamos viviendo, y entendemos que todas nuestras emociones cumplen una función específica en el momento en el que están sucediendo, es decir, el enojarse en muchas ocasiones pudiera traernos consecuencias que nos hagan sentirnos culpables por la manera en la que reaccionamos, y en otros nos haga sentir empoderados ya que gracias a ese enojo pudimos defendernos de algún abuso de las personas que nos rodean.

Tomando todo esto en cuenta podríamos concluir que es muy complicado afirmar que una emoción sea buena o mala a priori, necesitamos evaluarla conforme a las consecuencias a corto y largo plazo que traigan a nuestra vida y esto a su vez nos permite entender que es muy complicado para nosotros como psicólogos (los que se respetan) generar recomendaciones generales, ya que estaríamos dejando fuera el cómo se presentan las emociones, la historia del aprendizaje propia de la persona, así como las herramientas con las que actualmente cuenta.

También comprender que las emociones son respuestas del organismo (o sea nuestras) a la manera en la que percibimos el mundo y cómo lo relacionamos con las experiencias en nuestra vida, sin embargo, son de los pocos termómetros con los que contamos para poder darle una respuesta a cómo lo que pasa está influyendo o no en la forma en la que nos comportamos, teniendo todo esto en consideración es deseable el poder permitirnos sentirlas sin juzgarlas y a partir de ellas, generar respuestas que aporten a la persona en la que nos gustaría convertirnos.

Si tuvieras mayor duda sobre cómo se están manifestando tus emociones y cómo eso afecta y de qué forma a tu comportamiento, te recomiendo que te puedas acercar a una especialista de la psicología (de preferencia uno basado en evidencia), y si es el caso que deseas que yo conteste la pregunta, no dudes en compartirla por mis redes sociales, me encuentras en todos lados como @El Psicólogo Carlos, me despido sin antes mencionar que todas las semanas estamos creando contenido en nuestras diferentes redes sociales relacionado al cuidado de tu bienestar psicológico y que si quieres recibir atención profesional nos encontramos en el @Centro de Psicoterapias Basadas en Evidencia, yo soy el Psicólogo Carlos y recuerda, puedo estar equivocado.

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