Un día como hoy de 1990, los noticieros mexicanos daban a conocer un hecho que tuvo lugar el doce de diciembre había ocurrido una tragedia, pero no se había dado a conocer hasta esa fecha por la celebración de la Virgen de Guadalupe.

Fue una ceremonia con “tintes religiosos” que salió mal por error. El evento fue encabezado por una secta evangélica, que mediante un ritual satánico buscaba ver a Dios.

Murieron a causa de envenenamiento, en una colonia de Mariano Matamoros en Tijuana, la zona se ubica a las faldas del Cerro Colorado, en el hogar de Federico Mejía, un ciudadano estadounidense.

Fallecieron dos niños de seis y doce años también diez adultos de entre 20 y 77 años. Las primeras especulaciones apuntaban a un suicidio, pero al realizar la autopsia se descartó, pues murieron al aspirar monóxido de carbono a causa del incendio de las velas.

Dentro del periódico El Nacional se relataba que se encontraron varios cuerpos tirados en un circulo y otras que intentaron arrastrarse en busca de salvar la vida. Hubo cuatro sobrevivientes, incluida una bebé de dos meses.

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