Por: El Psicólogo Carlos

 

Imagina que estás caminando por un bosque con niebla, no ves con claridad lo que hay más adelante, y eso te produce miedo, cada crujido de una rama o sombra difusa te hace retroceder, y en ese momento, tu cuerpo hace lo que mejor sabe hacer: activarse, y aunque de inicio cueste trabajo entenderlo, el corazón late más rápido, los músculos se tensan, la respiración se acelera, y eso no quiere decir que estés roto, al contrario, significa es que estás funcionando perfectamente para protegerte de algo incierto.

La ansiedad es precisamente eso: una respuesta natural del organismo ante lo incierto, lo desafiante o lo ambiguo, para nada podríamos considerarla como una falla, es un mecanismo de supervivencia, las complicaciones aparecen cuando ese mecanismo empieza a activarse frente a situaciones que no representan un verdadero peligro (o de inicio a veces eso es lo que pensamos), y sobre todo, cuando nuestras respuestas conductuales —lo que hacemos para sentirnos seguros— terminan manteniendo y perpetuando la ansiedad.

Desde la perspectiva psicológica, en específico desde el análisis de la conducta, no hablamos de “síntomas” como cosas que nos ocurren de forma pasiva, sino de conductas aprendidas y mantenidas por sus consecuencias, y que en muchas veces, sin darnos cuenta, lo que hacemos para sentirnos mejor a corto plazo termina alimentando el problema, dicho de otra manera menos elegante, “las cosas que intentamos hacer para librarnos de la ansiedad, pudieran ser las mismas que están haciendo que no desaparezca”, es por ello que a continuación te dejaré una lista de cosas que pudiéramos estar haciendo (tal vez sin saberlo) mismas que pudieran estarnos jugando en contra

Evitar lo que nos da miedo (aunque no sea peligroso)

Evitar es como meter el polvo debajo de la alfombra, tal vez suceda que no lo veas,, pero sigue ahí (y lo sabes), postergar una llamada difícil, no ir a esa reunión, no mirar el estado de cuenta del banco, evitar verte en el espejo… todo eso nos da un alivio inmediato, pero nos cobra caro después, ya que esa misma evitación nos enseña que esto que acabamos de evitar nos ha ayudado a  librarnos de pasar un mal rato, sin embargo, sin darnos cuenta nos hemos alejado de cosas que para nosotros son valiosas, es como si cada vez que te asomas a una piscina fría, das un paso atrás, nunca aprenderías que el agua puede ser incómoda al principio, pero luego el cuerpo se adapta, y en dado caso que no te metas, tu miedo al agua solo crece.

Buscar certezas donde no las hay

¿Y si me enfermo? ¿Y si me rechazan? ¿Y si pierdo el control? las cosas que nos decimos, lo hacemos para encontrar garantías absolutas, lamento desilusionarte, el mundo no las ofrece, el problema aquí es que en el intento por tenerlas, uno consulta, pregunta, revisa, repite…Es como cuando  revisas cinco veces si cerraste la puerta, en la primera vez reduces la ansiedad, la segunda lo haces por duda, la tercera por costumbre, y a la quinta ya no sabes si revisaste o si solo lo imaginaste, intentar buscar certezas en la vida es como tratar de atrapar humo con las manos, mientras más fuerte aprietas, más rápido se te escapa.

Rumiación: darle vueltas sin moverse

Pensar está bien (aparte que es normal), pero  cuando pensamos sin avanzar, caemos en la trampa de la rumiación, lo que significa darle vueltas y vueltas y vueltas y más vueltas al mismo pensamiento, y a manera de spoiler esto no lo resuelve, es más, pareciera tener el efecto opuesto, solo lo desgasta y amplifica, te ha pasado que te peleas con alguien y después pasas horas imaginando lo que podrías haber dicho. ¿Te ayuda? de muy poco, pero hemos aprendido a hacerlo así por muchas razones, aunque sea solo una fantasía.

Luchar contra la ansiedad como si fuera el enemigo

Y aunque debido a la intensidad de la reacción y las sensaciones, debes saber que la ansiedad no es el villano de tu historia, por el contrario, se parece más a un guardia de seguridad que a veces se pasa de alerta, y mientras más le exiges ayuda parece que menos te la brinda, es algo similar a cuando piensas: “Tengo que calmarme” es una frase que muchas veces empeora las cosas, ya que si no lo logras si no lo logras, te sientes aún más ansioso por estar ansioso.

Descuidar el cuerpo que sostiene todo lo demás

La ansiedad no solo es una respuesta psicológica, también viene acompañada de reacciones fisiológicas, y el dormir mal, comer irregular, no hacer ejercicio o vivir a base de cafeína y pantallas alteran la línea base del sistema nervioso (aunque estos factores no determinar, si contribuyen a su mantenimiento), por lo cual es fácil inferir que una persona con tres horas de sueño y cuatro cafés encima va a interpretar cualquier emoción como amenaza.

¿Y entonces qué podemos hacer?

No se trata de “dejar de sentir ansiedad”, sino de cambiar la forma en la que respondemos a ella, porque la ansiedad no es el problema: el problema es cuando nuestras respuestas al malestar terminan reforzando el mismo ciclo.

Desde el análisis de la conducta te puedo proponer cosas más amables y efectivas, aunque no por eso quiero decir que sean las más sencillas, sin embargo, sí podrán traerte mejores resultados al largo plazo.

  • Acercarnos gradualmente a lo que evitamos.
  • Aprender a actuar con ansiedad, no contra ella.
  • Cambiar el pensamiento improductivo por acciones con propósito.
  • Fortalecer el cuerpo con rutinas saludables.
  • Elegir ambientes que refuercen nuestra flexibilidad y no nuestro miedo.

En lugar de ver la ansiedad como una amenaza, podemos verla como una señal: algo nos importa, algo nos reta, algo necesita atención, y si aprendemos a relacionarnos con ella de una forma distinta, podemos recuperar la vida que muchas veces dejamos en pausa por miedo, es completamente esperado que esta manera de vincularnos con la ansiedad sea poco considerada, ya que regularmente actuamos de acuerdo a como lo hemos aprendido, es por ello que a veces necesitamos de aliados a la hora de empezar, mi recomendación siempre será que te acerque a profesionales que trabajen con modelos basados en la evidencia científica y empírica, nos vemos la siguiente semana y recuerda… Puedo estar equivocado.

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