Campesinos del sur de Tlaxcala comienzan la temporada de siembra en abril, depende de las primeras lluvias, aunque el cambio climático ha vuelto impredecible el inicio del ciclo agrícola

 

En el sur del estado, donde la tierra aún guarda memoria de tradiciones milenarias, don Uriel García se levanta cada día antes del amanecer. A sus 62 años, este campesino oriundo de Zacatelco mantiene viva una práctica heredada de sus abuelos: la siembra de maíz. Sin embargo, en los últimos años, su trabajo se ha vuelto cada vez más incierto debido a las alteraciones en el clima.

“Antes sabíamos que en mayo ya empezaba la temporada de lluvias, y para esas fechas se metía la semilla a la tierra. Ahora, a veces no cae ni una gota hasta junio o julio”, relata don Uriel, mientras observa su parcela aún seca. La siembra tradicional de temporal en la región inicia a mediados de mayo, depende de las primeras lluvias. “Si llueve antes, se siembra antes; si no, hay que esperarse. Pero si uno se tarda mucho, ya no cuaja bien el maíz”, explica.

El primer riego de auxilio, en caso de siembra con apoyo de agua rodada o pozo, suele hacerse en esas mismas fechas, aunque en muchas zonas del sur tlaxcalteca como Zacatelco, Tenancingo o Papalotla, los agricultores dependen totalmente del temporal.

Don Uriel comenta que su cosecha ha ido en descenso: “Antes sacaba hasta 30 costales, ahora con trabajos llego a 15. Cuando no llueve a tiempo, la milpa se queda chaparra y no granan bien las mazorcas”.

Un panorama que se repite en todo el sector campesino

La situación de don Uriel no es aislada. En Tlaxcala, el ciclo agrícola de primavera-verano, el más importante del año, inicia formalmente en abril con la preparación de la tierra y se intensifica en mayo con la siembra de maíz, frijol y avena forrajera. En el otoño-invierno, que se da solo en zonas con riego, se cultivan principalmente hortalizas y cebada.

En el centro del estado, municipios como Apizaco, Santa Ana Chiautempan o Tlaxcala capital siembran más avena y cebada, debido a su altitud y clima más frío. Mientras que en la zona sur, además del maíz, algunos productores también optan por el amaranto o el nopal, depende de la disponibilidad de agua y del mercado.

Cabe resaltar que durante los últimos tres años, el Gobierno del Estado, a través de la Secretaría de Impulso Agropecuario, ha implementado la creación de más de 500 jagüeyes para que las siembras tlaxcaltecas no sufran sequía o falta de agua, sin embargo, existe aún una parte de la población agrícola que depende de las lluvias temporales.

Don Uriel lo dice con resignación pero también con esperanza: “Nosotros seguimos sembrando porque es lo que sabemos hacer. El maíz no solo es comida, es nuestro sustento de vida”.

Mientras los campesinos como él aguardan al cielo, el campo tlaxcalteca resiste, aferrado a una tradición que lucha por sobrevivir entre sequías, rezagos y cambios climáticos cada vez más marcados.

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