Una tradición viva de fe y pasión en Semana Santa
En el corazón de Santa Cruz Aquiahuac, Tlaxcala, cada Viernes Santo se transforma en una jornada de profundo fervor y comunión comunitaria con una representación única en el estado: el Circo Romano, parte esencial de la obra “El Divino Mártir”. Esta puesta en escena no es solo una dramatización religiosa, sino una manifestación vibrante de identidad, devoción y arraigo cultural que ha perdurado por más de cinco décadas.
Desde las 11 de la mañana y hasta alrededor de las 6 de la tarde, el pueblo entero se vuelca a las calles para revivir, con un compromiso conmovedor, los últimos días de Jesús. La obra, nacida en 1973 bajo la dirección de Ubaldo Mejía Mede, no se limita al relato de la pasión y muerte de Cristo. También incorpora pasajes del Antiguo Testamento, como la conmovedora historia de los siete hijos macabeos, y el impresionante episodio del Circo Romano, en el que la escenografía, la música y la actuación logran transportar al espectador a los tiempos del imperio.
Lo que distingue a Aquiahuac no es sólo la calidad escénica o la fidelidad de su representación bíblica, sino la unión palpable de su gente. Cada habitante, desde los más jóvenes hasta los mayores, participa de alguna forma, ya sea actuando, organizando o preparando el ambiente que rodea esta festividad religiosa.
Además del acto litúrgico y teatral, la experiencia se complementa con una oferta gastronómica tradicional que invita a quedarse. Antojitos típicos, dulces artesanales y bebidas frescas se ofrecen en el centro del pueblo, crea así un ambiente festivo y familiar donde la fe se entrelaza con el sabor y la convivencia.
El Circo Romano en Aquiahuac no es solo un espectáculo: es una herencia viva, un símbolo del espíritu colectivo que cada año renueva su pacto con la fe, la historia y la memoria comunitaria.