Por: El Psicólogo Carlos
En la era de las redes sociales y la recompensa inmediata, la decisión de bloquear a alguien se ha vuelto tan común como polémica, hay quienes lo ven como una estrategia de autocuidado (y así muchas veces nos la venden), un acto de poner límites ante situaciones dañinas o irrespetuosas.
Otros lo consideran una forma inmadura de evitar el conflicto, una huida de la incomodidad relacional, a todo esto, ¿Qué tiene que decir la psicología? ¿Bloquear es una conducta impulsiva o una acción funcional? La respuesta, como muchas veces ocurre en psicología, depende de la función (el por qué) que cumple esa conducta y de sus consecuencias a largo plazo.
Debes de saber que aquí no vengo a juzgar si bloquear está “bien” o “mal” (ya que no soy nadie para decirte cómo tienes o no que vivir), sino entender y explicar cuáles pudieran ser las funciones que cumpliría esa conducta en tu contexto particular, y durante el desarrollo de toda esta columna, cuando leas la palabra “bloquear”, nos estaremos refiriendo tanto a nivel digital como presencial, ya que en esta segunda modalidad este mismo comportamiento pudiera verse como un acto de no ver o hablar con esa o esas personas.
Bloquear a alguien es una acción que produce una consecuencia inmediata: elimina el contacto con un estímulo (persona, mensaje, notificación) que resulta desagradable, y a su vez este acto puede estar mantenido por diferentes consecuencias, una puede ser que, al bloquear el vínculo, tú reduces o eliminas eso que te genera malestar emocional, ansiedad, enojo, o confusión (y claro que eso le da sentido a lo que haces), en otros contextos, puedes obtener la aprobación de las personas que te rodean (“hiciste bien en bloquearlo”), haciéndote entender que, aquello que hiciste fue lo correcto, la clave no está en lo que haces, sino en para qué se hace y qué efecto va teniendo en tu vida.
Y con esto no pretendo satanizar nada, el bloquear personas puede ser una herramienta de protección para ti, cuando te permite protegerte de situaciones de acoso, manipulación emocional, relaciones abusivas, o simplemente interacciones que obstaculizan el bienestar (familia, pareja, trabajo, amigos), en estos casos, la acción está orientada al valor de la seguridad emocional, y forma parte de un patrón más amplio de límites saludables (o al menos así parece).
Sin embargo, también pudiera ser una forma de evitación experiencial cuando se utiliza como escape constante ante cualquier incomodidad relacional, frustración o conflicto menor, viéndolo desde esta manera, bloquear se convierte en una conducta de escape que, aunque reduce el malestar en el corto plazo, limita la posibilidad de aprender habilidades sociales esenciales como el manejo de conflictos, la asertividad o la tolerancia a la frustración, el problema no está en bloquear, sino que se haga para no enfrentar, cuando la evitación se vuelve un patrón generalizado en todas tus interacciones, puede empobrecer tu vida social y mantener la intolerancia al malestar emocional.
En el contexto digital actual, bloquear personas también puede estar influenciado por aspectos culturales e interpersonales, las redes sociales han normalizado la idea de cortar la comunicación como un acto empoderado, a veces sin distinción entre autocuidado legítimo y evitación emocional, decisiones como “bloquear a tu ex” o “eliminar a alguien tóxico” suelen recibir reacciones positivas inmediatas en forma de likes, apoyo social y frases como “qué fuerte eres” o “ponte primero tú”, esto pudiera hacer que conductas evitativas se vuelvan socialmente reforzadas, incluso cuando no están realmente alineadas con tus valores personales, sino con una necesidad de alivio emocional rápido (y con quedar bien ante los demás), estas acciones socialmente validadas pueden llevarte a una baja tolerancia a la ambigüedad y a una pobre construcción de repertorios sociales complejos, las consecuencias a largo plazo pudieran desembocar en una dificultad para sostener relaciones que, por definición, implican incomodidad, desacuerdos y momentos difíciles, spoiler: no se puede escapar del malestar.
Pero esto de poco sirve, si no te llevas algo para tu aplicar en tu vida, y lo más probable es que lo requieras en algún momento, para ello te dejo las siguientes preguntas, mismas que te puedes hacer antes de tomar una decisión y que te permitirán predecir cómo te vas a sentir si haces una u otra cosa: ¿El bloquear a esta persona me acerca a mis valores o me aleja de ellos? ¿Estoy actuando en función de lo que importa o para evitar sentirme incómodo/a?¿Bloquear es parte de una estrategia coherente con mi bienestar o una reacción impulsiva para no lidiar con el conflicto?
El bloquear se vuelve benéfico si está orientado a preservar tu integridad emocional, evitar una situación peligrosa o cortar un vínculo que ha demostrado ser dañino a lo largo del tiempo (solo tienes que recurrir a tu historia de vida para saberlo), sin embargo, si siempre se convierte en el primer recurso ante la mínima señal de frustración, malestar o desacuerdo, probablemente esté funcionando como una estrategia que te ayuda a disminuir el malestar a corto plazo ( y a la larga podría ser peor).
Dejemos de romantizar las cosas, bloquear a alguien no es, por sí solo, un acto de madurez o inmadurez, son acciones cuyo significado sólo puede entenderse en función de su contexto (es decir, no es lo mismo para todos), de los antecedentes que la provocan y de las consecuencias que la mantienen.
En tiempos donde las redes sociales ofrecen botones para silenciar, archivar o desaparecer a las personas, la madurez emocional no se mide por si bloqueas o no, sino por tu capacidad de tomar decisiones consistentes con tus valores, incluso cuando implican malestar a corto plazo, y a veces, madurar significa enfrentar el conflicto, y otras, reconocer cuándo es momento de cerrar la puerta, sin embargo, todo depende del contexto, aunque recuerda… puedo estar equivocado.