Roberto Trejo Sánchez lleva dos décadas de transformar el metal en arte y funcionalidad
En medio del chasquido del fuego, el zumbido de las máquinas y el inconfundible aroma del metal caliente, Roberto Trejo Sánchez da vida a su oficio con las manos y el alma. Desde hace más de 20 años, este herrero, originario de Chiautempan, ha sostenido su vida y la de su familia a punta de martillo, soldadura y paciencia. “De alguna manera, de aquí es de donde nos estamos sosteniendo… y aparte lo disfruto, me gusta, me gusta el trabajo”, dice con una sonrisa mientras limpia el sudor de su frente.
A lo largo de su trayectoria ha visto cómo la herrería ha evolucionado. Recuerda cuando empezó: “era con cegueta y un banquito”. Hoy, entre su equipo se encuentran máquinas más modernas como su microalambres, que le permiten avanzar con mayor rapidez y precisión. “Antes tenía una máquina soldadora grandota, ahora con esta nueva todo es más rápido y práctico”, comenta con orgullo.
Aunque reconoce que el oficio puede ser duro y a veces demandante, no lo cambiaría por nada. Para Roberto, la clave está en disfrutar lo que uno hace y en mantenerse aprendiendo: “Tengo un amigo que fue al ICATLAX y a veces él nos pasa los tips, porque siempre hay algo nuevo que aprender”. Esta apertura le ha permitido perfeccionar técnicas, adaptarse a nuevas herramientas y ofrecer trabajos de calidad.
Su día a día lo dedica a crear portones, barandales, estructuras y detalles que no sólo cumplen una función, sino que también embellecen hogares. De acuerdo del tipo de trabajo y sus detalles, puede terminar un proyecto en dos o tres días, siempre con la intención de dejar satisfecho al cliente. “Ese es el objetivo: que estén contentos… porque si no les gusta, uno tiene que ver en qué falló y corregirlo”.
Cuando se le pregunta qué significa para él ser herrero, Roberto no duda en responder: “Es un trabajo digno… y lo disfruto, me gusta, me gusta”. En cada golpe que da sobre el metal hay una historia forjada con orgullo, dedicación y pasión. Porque más que un oficio, la herrería para él es una forma de vida que honra todos los días desde su taller, entre chispas, acero y calor.