Por: Dr. Rubén Blanca Diaz

La Organización de las Naciones Unidas declaró el pasado viernes 22 de agosto un estado de hambruna en Gaza, después de que sus expertos advirtieran que 500 mil personas se encuentran en una situación catastrófica, mientras Israel amenaza con destruir la mayor ciudad del territorio palestino.

Esta declaración, emitida en conjunto con el Programa Mundial de Alimentos, es consecuencia directa del bloqueo, los bombardeos y el colapso de la infraestructura humanitaria. Este hecho no solo refleja una emergencia alimentaria, sino una crisis de derechos humanos que amenaza con arrasar a toda una población.

El hambre como escenario de guerra

El conflicto armado en Gaza ha puesto al hambre en el centro de la estrategia bélica. El corte de suministros básicos, la destrucción de centros de almacenamiento y distribución, así como la imposibilidad de ingresar ayuda humanitaria, han convertido los alimentos en un recurso más valioso que la propia moneda. Miles de familias se ven obligadas a sobrevivir con hojas, harina vencida o agua contaminada.

Organizaciones médicas reportan que los hospitales están llenos de niños con desnutrición severa, cuerpos debilitados y un futuro incierto. El hambre ya no es un riesgo: es una realidad que se cobra vidas a diario.

Consecuencias inmediatas

La hambruna en Gaza trae consigo consecuencias devastadoras:

  1. Crisis sanitaria: la desnutrición agrava enfermedades y reduce la capacidad inmunológica, multiplicando el riesgo de epidemias.

  2. Desplazamiento forzado: ante la falta de alimentos, miles de familias buscan huir, pero las fronteras cerradas los convierten en desplazados internos sin refugio.

  3. Mortalidad infantil: UNICEF advierte que la población más vulnerable, los niños, enfrenta el mayor índice de muertes evitables en la región.

Consecuencias a largo plazo

Más allá de la emergencia inmediata, la hambruna tendrá un impacto duradero en la sociedad gazatí:

  • Generación perdida: miles de niños crecerán con secuelas físicas y cognitivas irreversibles por la falta de nutrientes.

  • Colapso social: el hambre erosiona el tejido comunitario, genera conflictos internos y debilita la cohesión social.

  • Trauma colectivo: vivir en la escasez constante deja huellas psicológicas que se transmiten a futuras generaciones.

El silencio internacional

Aunque la ONU y diversas ONG han denunciado la situación, la respuesta internacional ha sido lenta y fragmentada. El acceso humanitario sigue condicionado por intereses políticos y militares.

La hambruna en Gaza se ha convertido en un recordatorio brutal de la fragilidad de los acuerdos internacionales y de cómo la población civil sigue siendo la principal víctima en los conflictos modernos.

Conclusiones

La declaración oficial de hambruna en Gaza no es solo un dato estadístico: es un grito de auxilio. Sus consecuencias humanitarias, sociales y políticas marcan un punto de no retorno para la región.

El hambre se ha transformado en un arma de guerra, y la inacción internacional podría condenar a Gaza a una tragedia sin precedentes.

El periodismo tiene el deber de no permitir que esta crisis quede en el olvido ni se diluya en la burocracia de comunicados diplomáticos. Gaza no es solo un territorio en guerra: es el escenario donde el derecho humano más básico, el acceso a la comida, ha sido arrebatado.


Sobre el autor:

Abogado, notario y actuario egresado de la BUAP. Maestro en Derecho y Ciencias Penales, Doctor en Derecho, activista y miembro activo de la Asociación de Docentes Capacitadores y Tutores de Educación Superior del Estado de Puebla, la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales, la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales y la Red Internacional de Investigadores en Educación.

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