José Miguel C. Núñez Núñez
“… las crisis… nos sirven para cancelar una época
e inaugurar otra”
EURÍPIDES
En la colaboración anterior señalé que el futuro ya nos alcanzó y que ya estamos instalados en la crisis económica más grande de toda la historia, no como resultado del Covid-19. También señalé que la pobreza y la desigualdad social, son producto de políticas públicas erróneas, como las que ocurrieron en la época colonial o durante todo el siglo XX. Y que México debería estar instalado en la transición energética y no lo estamos. En igual forma deberíamos estar transitando hacia un cambio de régimen no presidencialista y tampoco lo estamos.
En la antepasada colaboración, animaba a que así como ocurrió en el siglo pasado, la sociedad, las empresas, los trabajadores, tendrán que redoblar esfuerzos para salir adelante. Además de esto, tendrán que empujar al fortalecimiento de las instituciones del Estado, para que cumplan la Ley y la hagan cumplir. La sociedad, las empresas y los trabajadores, pueden hacer uso de herramientas legales para hacer que el Estado cumpla la Ley y la haga cumplir.
Al no existir redes que eviten la caída de la economía nacional, por no haber ningún apoyo al potencial económico nacional para crear nueva producción, nuevos empleos y mayor consumo, lo que en consecuencia ahondará la brecha entre ricos y pobres, pues “Las peores consecuencias de la pandemia… sobre los más pobres están por llegar, y las medidas tomadas hasta el momento por los gobiernos para proteger a la población han sido insuficientes, alertó ayer Olivier de Schutter, experto independiente de la… (ONU) sobre pobreza extrema y derechos humanos… pidió que se tomen medidas más decisivas para erradicar la pobreza y reducir la desigualdad… Advirtió que 176 millones de personas más podrían caer en la pobreza…” (La Jornada. 12.09.2020)
En México, quienes no eran pobres ni vulnerables en 2018, hoy han engrosado las filas de la pobreza y de la vulnerabilidad. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), calcula que la población con pobreza extrema por ingresos en el país pasará de 21 a 31.7 millones de personas entre 2019 y 2020, con lo que regresarían a los niveles de rezago de hace dos décadas, veinte años de esfuerzo se perdieron en estos dos primeros años de gobierno.
Así las cosas, México, como en otros momentos de su Historia necesita de sus ciudadanas y ciudadanos para dar rumbo al país, reorientarlo, darle orden mediante la Ley y acciones concertadas. En lo que se pueda, concertar acciones con el Ejecutivo federal. Éste, no es solamente el presidente, es todo el aparato de gobierno federal que tiene atribuciones y facultades para hacerlo. En igual forma, concertar acciones con el Poder Legislativo federal y en las entidades federativas, con los Ejecutivos y Legislativos locales, además presidentes municipales.
Del Poder Judicial se esperaría en estas horas difíciles para el país, que cumpla con su papel de contrapeso y de garante de la Ley. Habida cuenta de que la ciudadanía puede hacer todo lo que no está prohibido expresamente. En cambio, las y los servidores públicos no pueden hacer lo que se les ocurra, ellos si están obligados a hacer ÚNICAMENTE lo que la Ley les faculta, también expresamente, desde luego siempre y cuando, esté sustentado en la norma constitucional.
Donde no se puedan concertar acciones con el poder público, hacerlas a nivel de ciudadanos con base en la Ley. “Hacer juntos”, es la opción salvadora de las y los mexicanos, como lo propone Alejandro Zertuche en su colaboración de El Semanario Sin Límites, del pasado cuatro de septiembre.
El primer paso, dice Zertuche, “es dejar de competir con las realidades de otros para poder observar y asumir la responsabilidad de la realidad que estamos viviendo cada uno en lo individual, y cómo podemos unirnos con otros para construir un nuevo destino. El juego se llama “Vamos juntos”. ¿Estás listo para cambiar del “voy” al “vamos”?”
Comerciantes con comerciantes, industriales con industriales, profesionistas con profesionistas, trabajadores con trabajadores, compras en común, intercambios de productos y servicios, subcontrataciones, etc., etc., y todos juntos para hacer que siga funcionando la economía y para gestionar ante bancos y financieras, mejores tasas y ampliaciones de plazos. La realidad se impone. Obliga a la adaptación y a la flexibilidad, al acuerdo.
Este es el reto para todas y todos los mexicanos que no quieren ser solo observadores de lo que está pasando en México.