Uno de los sectores más vulnerables de la sociedad lo representan las personas con discapacidad, quienes a diario tienen que enfrentar barreras, no sólo físicas, sino culturales, entre una comunidad que los observa con poca empatía y que dificulta aún más su inclusión social.

El caso de Guillermo Hernández Vázquez, de 65 años de edad, no es ajeno a esa realidad. Con cuatro años de haber sido sometido a una amputación de pierna debido a que padecía de pie diabético, ha tenido que vivir con una discapacidad que lo dejó sin poder trabajar.

De oficio albañil, para Guillermo ha sido difícil el tener que incorporarse a una sociedad que visibiliza muy poco el problema de las personas con alguna discapacidad. A lo largo de cuatro años, ha observado dificultades lo mismo en sus traslados en transporte público, que en el mobiliario o la infraestructura urbana.

Es un poco difícil porque ahorita tengo que atravesar calles, me cuesta mucho trabajo. Tengo que pagar el transporte especial para que me traigan o hacen favor de traerme”, comentó.

Don Guillermo Hernández es oriundo de Huamantla y desde que le detectaron su padecimiento dejó de trabajar, por lo que su esposa tuvo que convertirse en el sostén de su hogar.

Este martes, recibió una prótesis de pierna en el Instituto Tlaxcalteca para Personas con Discapacidad (Itpcd) que le ayudará a retomar su ritmo de vida, pues aún se siente con facultades físicas y mentales para desempeñar su oficio albañil.

Espero que con esta prótesis ya pueda tener otra solución, mi oficio fue albañil y ahorita con la ayuda veré si puedo maniobrar un poco. Cambió mi vida mucho porque desde que me amputaron el pie no pude hacer nada y con esto espero que ya pueda hacer algo”, comentó.

La prótesis que le entregó el instituto tiene un costo en el mercado de aproximadamente 60 y 70 mil pesos; sin embargo, Guillermo no pagará un peso.

Niños, sector de mayor impacto

La dificultad de las personas con alguna discapacidad es mayor cuando se trata de un niño quien la padece. Tal es el caso de Evelyn Ramiro Razo, de nueve años, quien a su corta edad tiene 50 y 70 por ciento de audición en sus oídos.

Para su madre, Carolina Razo Rodríguez, la realidad de su hija la ha tenido que enfrentar lo mismo a comentarios negativos en la escuela que a dificultades importantes en su aprendizaje.

Tiene como un año que habíamos detectado que ella siempre trataba de poner mucho volumen en la televisión, y le hablábamos pero no nos hacía caso. Fue cuando detectamos que no escuchaba y de ahí nos mandaron al CRI, y nos dijeron que aquí en el instituto nos podían apoyar”, relató.

Al igual que en el primer caso, Evelyn Ramiro tendrá una mayor perspectiva de desarrollo social a partir de la entrega de los aparatos auditivos que la ayudarán a mejorar su audición.

Si aprende rápidamente pero le cuesta un poco porque al maestro no le pone atención o no escuchaba; entonces detectamos que no cumplía con las tareas y eso nos llevó a que le hiciéramos unos estudios”.

La señora Carolina Razo aceptó que el salario que obtiene su esposo no le hubiera alcanzado para adquirir un aparato auditivo para su hija, de ahí que reconoció la labor del Itpcd para otorgar estas ayudas que buscan hacer más fácil la vida de una persona con discapacidad.

Mejorar calidad de vida, objetivo del Itpcd

Al respecto, la directora de esa institución de asistencia social, María del Carmen Mazarrasa Corona, señaló en entrevista con Síntesis que el objetivo primordial de la entrega de equipos, es ayudar a que las personas con alguna discapacidad se sientan integradas en la sociedad.

Podemos decir que son pocas pero lo que ayudan no es medible, es algo que a la persona le cambia la vida”.

De enero a marzo de 2019 el instituto entregó 253 ayudas técnicas a 251 personas, de una meta aproximada de mil 500 aparatos. En tanto que, en apoyos económicos o en especie se han realizado 234 entregas en beneficio de 134 personas de todo el estado.

Durante la entrega de este martes en las instalaciones del instituto, se benefició a 12 personas con 24 aparatos auditivos, en su mayoría niños, y tres prótesis para el mismo número de personas, dos de ellas, de la tercera edad.

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