Fue en 2010 cuando Disney comenzó con este concepto de revivir sus clásicos animados pero convirtiéndolos en lo que conocemos como live-action (acción viva) utilizando actores reales, así como escenarios tanto reales como generados por computadora y un gran presupuesto para hacer de la fantasía animada algo “real”.

Desde el anuncio del próximo proyecto live-action, la espera se hizo larga, las expectativas eran altas, y por fin este fin de semana llega a salas de cine de todo el mundo esta nueva apuesta del clásico que incluso logró ser la primer cinta animada de Disney en estar nominada a la categoría de Mejor Película en la ceremonia del Oscar: La Bella y la Bestia.

Bella y Bestia
Foto: Entertaiment Weekly/2016

La titánica tarea de esta reinvención de uno de los clásicos más queridos de toda una generación recayó en el director Bill Condon quién ya con experiencia dentro del género del musical, en “Chicago” (2002) como guionista y como director con “Soñadoras” (Dreamgirls, 2006), afronta este reto con resultados notables.

El guion, readaptado por el mismo Condon, Evan Spiiotopoulos y Stephen Chbosky (quién ya había realizado la adaptación escrita del musical de Broadway “Rent” a la pantalla grande), retoman la mayor parte de lo que hizo a este clásico lo que es, pero se arriesgan añadiendo profundidad a los personajes complementando su esencia con aspectos de su pasado y agregan temporalidad al relato fijando la historia en una etapa post-guerra civil en la antigua Francia.

A esta versión, se agregan cuatro canciones nuevas con la supervisión del compositor original de las canciones de antaño, Alan Menken, que fluyen con la historia ayudando a fortalecer las nuevas subtramas agregadas al guion con las cuales se rellenan huecos de los personajes que quedaban en el aire en la versión animada.

Además de este nuevo tratamiento, los personajes sufren también algunas modificaciones como el padre de Bella, Maurice (Kevin Kline), quién resulta ahora un personaje más fundamental; Lefou, el patiño del antagónico de la historia, aunque forzado, se le dota de un guiño enfocado a la diversidad sexual.

Pero quienes en verdad brillan son los personajes generados por computadora, iniciando por el gran trabajo de dotar de emociones a las facciones de la Bestia (Dan Stevens), así como el candelabro Lumiere (Ewan McGregor) y el reloj antiguo Dindón (Ian Mackellen).

Además de ellos es Emma, quien brilla sobre todos ellos, y no hablo de Emma Watson, sino de la gran actriz británica Emma Thompson, quién presta voz a la Señora Potts convirtiéndose en el personaje más memorable de esta readaptación.

Muy a mi pesar, debo enfatizar que la joven actriz Emma Watson, pese ya haber tenido su primer protagónico el año pasado (Colonia, 2016) aún carece de capacidad histriónica para llevar en sus hombros un personaje de peso, y con Bella, se siente insegura, poco arriesgada y solo se enfoca en cumplir con el personaje, desmereciendo en muchas secuencias siendo incluso opacada por personajes secundarios.

Pese a esto, son más los aciertos con los que cuenta la visión de Condon, complementa una historia que parecía no se podía mejorar; visualmente es deslumbrante; el ensamble actoral en aspectos generales es correcto y cuenta con algunas sorpresas inesperadas.

“La Bella y la Bestia” no defraudará aquellos que valoran a la cinta animada y permitirá a nuevas generaciones descubrir un clásico memorable con un tratamiento pensado en ellos, juntando a ambas brechas en una sala de cine para revivir esta apuesta nostálgica que es un deleite musical memorable y sin igual.

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