La palabra “crimen” tiene una raíz que significa “separar” o “analizar”. Crimen en la antigua Roma era cualquier delito que  debía ser definido, analizado y castigado por los jueces. Lo que se considera un crimen no es entonces algo firme e inamovible, depende de la sociedad y de las instituciones que lo definen como tal, de la época histórica, e incluso de la geografía ya que lo que es un crimen en un país puede no serlo en otro.

En 1827 se comenzaron a publicar en Francia estadísticas de crímenes. El científico belga Adolphe Quetelet (1796-1874) observó que, año tras año, los  crímenes se repetían con gran regularidad. Esto lo llevó a postular que el crimen era producido por la organización de la sociedad, que era un fenómeno de masas y no un hecho individual.

Si consideramos, como Quetelet, que el delito es un producto de la sociedad, también lo son los medios para castigarlo. Hasta la Revolución Francesa el castigo se ejercía sobre el cuerpo del delincuente: tormentos y ejecuciones que eran un espectáculo público. Si bien nunca desaparecieron y hay países, como Arabia Saudita, que siguen realizando decapitaciones públicas, en general pasaron a formar parte de los recursos ocultos del Poder para controlar a los individuos, salvo en los casos donde las ejecuciones son contempladas por la ley.

Las cárceles se han transformado en un producto del mercado a través de las prisiones privadas. Para los empresarios que manejan cárceles, los presos no son seres humanos sino recursos y buscan maximizar las ganancias que producen. Presionan para que las sentencias sean más prolongadas, buscan ocupar al máximo las instalaciones, lo que los lleva a mantener en confinamiento solitario a detenidos sólo para no tener espacios desocupados. También reducen el número de guardias. Son más inseguras y caras que las prisiones controladas por el estado.

Todo esto llevó a la Administración de Obama a decidir suprimirlas. La orden fue revertida por  Administración de Trump. En algunos de los nuevos contratos se especifica que las prisiones deben tener un cierto nivel de ocupación. El estado se compromete a proporcionar los presos necesarios para cumplir ese requisito. Las prisiones privadas albergan a detenidos de bajo riesgo, que en su mayoía están encarcelados por infracciones a las leyes migratorias.

Estados Unidos es el país que tiene la mayor población carcelaria del mundo con

¡2 millones 200 mil presos! Esta cifra asombrosa también representa la mayor proporción en el mundo: por cada 100,000 ciudadanos hay casi 700 presos. El estado “campeón de la libertad” necesita mantener a gran parte su población encarcelada.

 

✉️ costiglia@yahoo.com