Después de ‘Club de cuervos’ (Gary Alazraki, 2015 – ) la plataforma de streaming sigue apostando por el mercado latinoamericano, en especial en México. Esta ocasión, arriesgando con un thriller político que juega con teorías de conspiración, infidelidades tanto amorosas como políticas y crítica social hacia la actualidad nacional. ‘Ingobernable’ (Epigmenio Ibarra, Verónica Velasco y Natasha Ybarra-Klor. Argos 2017 -) es el título de la segunda serie de Netflix producida en México.
Tras promocionar la serie con mensajes de la ‘pareja presidencial’ compuesta por Diego Nava (Erik Hayser) y Emilia Urquiza (Kate del Castillo), el estreno se realizó el 24 de marzo disipando las dudas sobre la trama, los temas a tocar y el tipo de personajes que el espectador vería en pantalla.
‘Ingobernable’ inicia con una pareja destruida por la presidencia de México, los ideales que Emilia y Diego se trazaron han sido traicionados al punto de aniquilar su matrimonio, el divorcio es inminente. Luego de que las cosas se salieran de control, Emilia se ve forzada a huir, inculpada por un homicidio que no cometió, luchando por recuperar a sus hijos y limpiar su nombre al mismo tiempo.
Alrededor de la historia de la femme fatale/primera dama/mamá entregada, hay un descontento social en el país. Desaparecidos, inseguridad, narcotráfico y corrupción es lo que rodea la misteriosa muerte del Presidente Nava. Mientras se intenta esclarecer el magnicidio, hay personas que hacen lo propio al llevar las riendas de un país desbocado con cada escándalo que sale a la luz, el Secretario de Gobernación, José Barquet (Álvaro Guerrero), es asesorado por la jefa de la oficina de presidencia, Ana Vargas-West (Eréndira Ibarra).
Mientras tanto, Emilia huye sin salir de la Ciudad de México, se refugia en un Tepito artificial, acartonado, que parece un escondite subterráneo con una «vida de barrio» muy alejada de algo real, Chela (Aida López) le dará asilo, al mismo tiempo que su sobrino Canek (Alberto Guerra) se reincorpora a la libertad después de estar en prisión. Ellos junto un hacker español conocido como Ovni (Maxi Iglesias) y Zyan (Tamara Mazarraza), la encargada de un bar en el corazón del barrio bravo, se convertirán en el equipo que, obligado por las circunstancias; ayudará a la primera dama en su misión.
Parece como si el tiempo fuera tras los escritores, quienes plasman todos los temas posibles en la menor cantidad de tiempo. Entre la inseguridad, las desapariciones, las operaciones irregulares del ejército, la violencia, la intervención de fuerzas extranjeras en el país, la corrupción y la impunidad, intentan retratar la vida de barrio sin lograrlo. Porque también hay un magnicidio que resolver, un nombre por lavar, una familia por reunir e incluso un amor en ciernes por consumar. Son demasiados temas que, en su mayoría, son explicados con discursos explícitos, flashbacks por cada capítulo (que dejan muy claro las circunstancias de los personajes) y cámaras lentas para acentuar los momentos climáticos de cada episodio.
Se nota la limitante de contar con una protagonista que no puede pisar México para rodar sus escenas, de unos valores de producción centralizados en la Ciudad de México, sobre todo en el centro de la capital mexicana. La decisión de contar con Kate del Castillo gira más en torno a lo comercial que a lo artístico, porque los vínculos de la actriz con el narcotraficante más buscado del mundo siguen dando de qué hablar.
Lo mejor e ‘Ingobernable’, por mucho, es el contexto en el que se desarrolla la trama principal. Un país desilusionado, invadido por la inseguridad y la violencia. La crítica hacia la realidad es inminente pero pierde al ser revuelta con todas las líneas narrativas que manejan, con las teorías de conspiración que, de ser ciertas, pierden fuerza por tantos temas que se quieren explotar en solo 15 capítulos (que no son pocos). Se nota la mano de Epigmenio Ibarra, su crítica social y activismo tan oportunos como necesarios al día de hoy. Sin embargo, la segunda producción de Netflix en México pierde en el exceso de explicación de cada personaje, en el discurso explícito por la necesidad de poner todo claro, en la prisa por aglutinar tantos temas en poco tiempo.