A todo los santos, ángeles y arcángeles de Puebla le están rezando los panistas (morenovallistas) y los lopezobradoristas para que el PRI -local y nacional- imponga a Juan Carlos Lastiri Quirós, subsecretario de la Sedatu, como su candidato al gobierno.
Una posibilidad, nada descabellada, que vale oro para el grupo en el poder.
Porque no hay que ser un erudito en la política para saber que Lastiri es en el PRI lo que se denomina como “el rival más débil”.
Así es, el candidato idóneo para que el revolucionario institucional permanezca lejos del poder.
Apartado del control y la gobernabilidad del estado.
Será evidente el pacto del partido tricolor con el morenovallismo si Lastiri es el candidato a la gubernatura.
Si eso sucede entonces querrá decir que el PRI está destinado a una nueva derrota electoral y a otro fracaso.
Porque el PRI, como ya lo reconocen sus propios militantes, es todo un desastre.
Sus diputados locales, federales, ediles y sus líderes están convertidos en el payaso de las cachetadas del grupo que gobierna el estado, hoy encabezado por Tony Gali.
La expulsión de Alejandro Armenta Mier, diputado federal, es un ejemplo de los acuerdos entre el PRI y el morenovallismo.
Así que si los priistas quieren hacer un nuevo ridículo sólo tienen que nombrar como su mero gallo al protegido de Rosario Robles Berlanga, titular de la Sedatu.
Y lo peor para la ya escasa fiel militancia priista que queda en el estado es que si tal escenario se cumple se echarán de enemigo al delegado del IMSS, Enrique Doger Guerrero, quien hasta ahora es el aspirante al gobierno más competitivo y con mejores números en las encuestas.
Porque ni Javier López Zavala, quien presume una gran estructura, garantiza una guerra electoral reñida frente a los posibles candidatos de Morena, José Juan Espinosa Torres, edil de San Pedro Cholula; y Marta Erika Alonso, del PAN.
La imagen y credibilidad del malogrado impulsor del frustrado proyecto z está a la baja.
Si los priistas desean sumar otro descalabro electoral en las urnas entonces que impongan a Lastiri como su candidato.
El subsecretario federal sabe, además, que con el partido que tiene en Puebla no podría ganar ni las elecciones de su barrio.
El PRI está dividido, fragmentado; se cae a pedazos por las propias intenciones de sus líderes y militantes como Alejandro Armenta ya sumado de lleno a Morena.
Está visto que los priistas le van a operar al ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas en 2018 como pago a su apoyo y operación en el Estado de México.
Se dice que ese fue el acuerdo al que llegó el ex mandatario poblano con el presidente de la república, Enrique Peña Nieto.
Así que el camino del PRI está trazado, y no hay equivocación alguna.
Bien lo dice Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el PRI-AN sigue más vivo que nunca.
A ver si no se le vuelve a cebar su lucha porque la tercera es la vencida.
Y ya veremos si el PRI va con Lastiri y anuncia su derrota antes de tiempo.
Por cierto, Armenta sólo es la avanzada de la desbandada priista que se alista para irse a Morena con el peje.
Al tiempo.
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