A propósito de la expulsión de José Alarcón Hernández de las filas del PRI, y de la suspensión de los derechos del diputado federal Alejandro Armenta Mier, en el ex partidazo no se cansan de decir tonterías, de hacerse los locos y de traicionar su causa.

Y a bote pronto la pregunta obligada es: ¿Y el resto de los traidores cuándo serán expulsados?

Porque si el PRI va a echar y a sus pender a sus traidores se va a quedar sin militantes.

Tan sólo en la reunión a la que asistieron con el dirigente nacional del revolucionario institucional, Enrique Ochoa Reza, los diputados y diputadas locales tricolores, estuvieron presentes algunos otros traidores.

Tal vez por algo utiliza el líder priista a sus legisladores como chivos expiatorios cada que se le antoja.

Porque el respeto y el valor que tienen los ocho diputados para su partido y para Enrique Ochoa quedó claro el día que les ordenaron votar a favor de la inhabilitación y sanción al panista Eduardo Rivera Pérez, ex edil de Puebla y colaborador de la campaña a la gubernatura del Estado de México, Josefina Vázquez Mota.

Ellos habían dicho que no la apoyaría pero su jefe les ordenó que sí.

Para el PRI nacional su grupo parlamentario en el Congreso del Estado de Puebla no es  más que una moneda de cambio que sola no vale ni medio centavo.

¿Será porque saben de sus traiciones?

Porque Enrique Ochoa o sabe de las traiciones, o de plano de la incapacidad política de sus diputados.

Y las razones que justifican lo escrito son muchas.

De entrada porque con todo el respeto que se merecen los señores y señoras legisladoras priistas el capital político que le aportan a la estructura priista es menor y muy enclenque.

Para empezar, en número son un grupo muy menor a la aplastante mayoría del PAN y sus aliados de otros partidos.

Además, comparados con otros grupos parlamentarios priistas de anteriores legislaturas la bancada tricolor actual es la peorcita de los últimos años en capacidad política, en experiencia legislativa y en el colmillo que debe tener un diputado.

Los actuales diputados priistas son: Silvia Tanús Osorio, Francisco Javier Jiménez Huerta, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, Rosalio Zanatta Vidaurri, José Chedraui Budib, Pablo Fernández del Campo Espinosa, Maritza Marín Marcelo y Leobardo Soto Martínez.

La mayoría de ellos tiene trato directo y acuerdos “discretos y públicos” con el morenovallismo, para no decirles directo que son unos traidores.

Uno de ellos, José Chedraui, es incluso socio en la construcción del denominado Parque Puebla, obra impulsada en el sexenio morenovallista y financiada por Grupo Danhos, del cual forma parte.

Y es que el legislador cedió los terrenos para la construcción del Parque Puebla, toda vez que en el lugar antes operaba la fábrica textil Politex, propiedad José Chedraui Alam, empresario y padre de Chedraui Budib.

También Leobardo Soto tiene tratos con el grupo en el poder gracias a su representación sindical al frente de la CTM.

Se dice que Soto tiene metidas las manos en la construcción de Ciudad Audi, a través de empresas que prestan servicios de publicidad, de transporte de personal, de transporte de material para construcción, entre otros giros.

Y todo, por supuesto, con la bendición del grupo en el poder.

Cero críticas es la política de los diputados locales priistas a la oposición.

¿Eso no es traición?

¿O entonces cómo se llama?

¿Y así quiere el PRI ganar la próxima elección?

¿Así con esos diputados (traidores)?

¿Seguirán creyendo, los dirigentes del PRI, que sus diputados no se van a vender en el 2018 si desde arriba los utilizan como moneda de cambio?

Me huele a una nueva traición, ¿y expulsión?

Ya lo veremos.

 

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La pelea de Pisa vs Baxter, en el IMSS

Hace apenas unos días se dio a conocer el fallo de la Licitación Pública Mixta LA-019GYRR006-E109-2017, para la contratación del servicio integral de diálisis peritoneal automatizada en la Delegación estatal en Puebla del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y, como es lógico, la empresa que no quedó elegida ya comenzó una confrontación con su competidora.

Esta diferencia se debe entender como una lucha comercial entre Baxter SA de CV (ganadora de dicha licitación) y Laboratorios Pisa SA de CV, no de ahora sino de años.

En el 2016  Pisa consiguió este contrato anual y hoy el ganador es Baxter.

Los concursos no son a modo de una empresa, sino que deben cumplir con los estándares de calidad en el servicio. Es entendible esta lucha mediática entre las dos farmaceúticas debido a los millones de pesos que esto implica.

La licitación fue apegada a legalidad y quien se sienta afectada o afectado en sus derechos puede recurrir -sin problema- a las instancias legales para dirimir la inconformidad.

Hay que precisar que para evitar malas interpretaciones el Órgano Interno de Control de la Secretaría de la Función Pública ya atrajo el caso con el objetivo de investigar el tema y dar certidumbre al proceso.

Y le estaré informando.

 

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