Cuando la realidad agobia o la racionalidad ha desbordado todo horizonte lógico, lo único que queda es huir. A veces hacia delante para enfrentar la rebeldía ciudadana como en Venezuela u otras emigrando a millones como acontece en varios países sacudidos por hambre, bombardeos o dictaduras. Casi dos mil millones de seres humanos viven hoy fuera de sus países de nacimiento. Algunos por opción y otros empujados por las peores formas de crueldad humanas. Hay de los que desafían todos los días los controles fronterizos, los peligros del mar con sus tiburones o las minas colocadas para evitar llegar a sitios mas seguros. Son tantos los fugados que han surgido partidos nacionalistas construidos sobre el odio al extranjero y casi llegan al poder como la señora Le Pen en Francia. Se disfrazan de distintas maneras pero en todas ellas existe algo perturbador: huyen de una realidad que los ha superado por completo y, a pesar de todos los riesgos se fugan de sus países.
Es tan vergonzoso esta realidad que algunas respetables instituciones brindan serios reportes sobre las remesas y el volumen que llega a varios de los países de donde provienen los fugados. En México constituye la tercera fuente de ingresos del país y su importancia lleva a que los gobiernos que expulsan por incompetencia, brutalidad o venalidad se siente orgullosos del impacto “positivo” que tienen en el consumo interno. Tamaño cinismo es una muestra de cómo la política ha perdido el centro referencial de su acción: los ciudadanos.
Algunos fugados retornan creando empresas y modelos de gestión que resultan provechosos para sus países. Otros vuelven graduados en las mejores escuelas del crimen como los Maras y otras pandillas similares que se han convertido en verdaderas transnacionales del crimen en varios países de América Latina. Mueven millones con asaltos y secuestros al tiempo de poner en serias dudas la capacidad y viabilidad de nuestros Estados. La gente no logran encontrar futuro en sus países de origen en muchos de los casos y las políticas de levantar muros o perseguir inmigrantes se ha tornado en una moda que rinde beneficios electorales como el caso de Trump en EEUU que cuando le cuestionan que el abuelo alemán también llegó en esa condición a ese país, responde que si sus gobiernos hubieran hecho las cosas bien..no habría gente fugada y tampoco el actual presidente de ese país.Algo de razón tiene y debe llevarnos a un severo cuestionamiento acerca del porqué varios millones de latinoamericanos han decidido dejar sus ricos países de origen para sobrevivir en duras condiciones en los países de refugio.
El impacto de estas fugas es enorme por la cantidad de fuerza laboral, ingenio e innovación que logran desarrollar fuera de su patria. El grave impacto sobre las familias y otras estructuras sociales es enorme y tendría que cuantificarse alguna vez. De momento los fugados representan el rostro del fracaso de varios gobiernos y una dura crítica sobre la calidad de la democracia en el subcontinente.-