Existe una gran diferencia entre percibir lo que nos ocurre como una oportunidad para aprender y crecer o recibirlo como un castigo y enfadarnos por ello, así como entre atesorar lo que se tiene o lamentarse por lo que falta, lo que lo hace distinto no solo es la emoción y sentimiento que se experimenta sino lo que hacemos con estos.

No siempre vamos a agradecer en un primer momento lo que no es como queríamos, pero, si lo elegimos encontraremos el sentido que tiene y para que nos es útil, reprochar, enfadarse, es normal, y hasta parte del proceso de adaptación y aceptación que se requiere cuando esto sucede, sin embargo, es necesario salir de este estado emocional para sentirse mejor y visualizar alternativas distintas, lo que se consigue, entre otras acciones, abriéndole la puerta a la gratitud.

La gratitud es una emoción que nos proporciona la sensación de ser afortunados y valorar lo que tenemos, el agradecimiento es la acción que surge de esa emoción.

Hay estudios que hablan del efecto de la gratitud en áreas de nuestra vida, como: la salud, las relaciones, el trabajo, no se trata de magia sino del efecto que pensar y sentir positivamente tienen sobre la conducta, si recibimos el día a día con alegría, con la intención de realizar acciones favorables, con esa actitud transitamos, y no es sorprendente que a lo largo de este vayamos encontrando más y más motivos para sentirnos agradecidos.

Por supuesto, también puede haber días en que a pesar de la buena actitud no todo brille a nuestro alrededor, es aun entonces cuando la gratitud puede modificar como nos sentimos y llevarnos a encarar lo que sea necesario de un modo más proactivo y efectivo.

Sentirse agradecido no es ir por la vida aplaudiendo todo o a todos, es saber lo que se tiene, en que depositar mayor cantidad de energía y tomarse un respiro para hacer una pausa cada vez que se amerite. Es voltear la mirada hacia lo que nos provoca amor, ternura, compasión, y nos motiva, es atravesar incluso la obscuridad sabiendo que se lleva en manos una vela, y que de cada quien depende que hacer para mantener su luz encendida aun en los momentos más grises de su vida, es abismalmente distinto llorar con amargura y resentimiento a hacerlo para desahogarse y disponerse a superar lo que lo provoca sin cargar de más en el futuro.

Si lo pensamos bien, ¡hay tanto que agradecer!, recuerda esta frase del poeta bengalí Rabindranath Tagore: “Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas”, porque es así, si hoy estás triste porque se terminó tu relación, enojado con tu trabajo, preocupado por tu situación financiera, etc. Tal vez tienes que actuar para mejorar en esa área específica, pero, sin olvidarte de aquellas otras en las que seguramente hay no una, sino muchas razones para sonreír, para recargar tu batería emocional y continuar, incluso mejor que antes.

Hay gente que comprende que era feliz cuando deja de serlo, la gratitud no solo fortalece relaciones, sino que nos lleva a disfrutar y a abrazar nuestra existencia, ¿para qué llorar con los hubiera y las lamentaciones que se podrían evitar con una dosis mayor de gratitud en nuestra vida?, ¿qué nos impide hacerlo?… ¿Lo pensé o lo dije?

 

Twitter: @Lorepatchen

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