Emotivo resultó el funeral del torero español Iván Fandiño el pasado sábado 19 de junio. El mundo del toreo conmocionó por la partida de un torero verdad, de aquellos que son fieles a su estilo y congruentes con su forma de concebir la tauromaquia.

Como suele ocurrir en estos casos, la hermandad por acompañar al torero muerto por una cornada, no se hizo esperar.

De la ceremonia privada pocos detalles se tuvieron a partir de la decisión de la familia del torero vizcaíno de llevar a la intimidad el último adiós. Pero ahí estuvieron toreros que han sentido en carne propia el fatídico instante de estar entre los cuernos de los toros, y por momentos, advertir que la muerte se disfrazó de una bestia de 500 kilos.

Gracias a la magia de las redes sociales, pudimos ver a toreros como José Tomás que en 2010 estuvo a punto de perder la vida en Aguascalientes, sino es por la bondad de la afición y médicos hidrocálidos.

También llegó Julián López “El Juli”, José Ortega Cano, Fernando Robleño y más. El momento trágico de la muerte de un torero nunca llegará en buen momento, pero en esta ocasión fue a menos de un año de que otro español, Víctor Barrio, dejara este mundo también a consecuencia de una cornada a los 29 años de edad.

La muerte del torero oriundo de Orduña conmocionó a propios y extraños, aunque como siempre, es increíble y hasta detestable la forma en que los denominados anti taurinos evidencian su pasión desenfrenada por la muerte de un ser humano. Nada más lamentable que eso, perversos ignorantes e insensibles.

El fatídico desenlace de Iván Fandiño no evidencia más que los valores del toreo aún valorados en el siglo veintiuno. El éxito y el fracaso, la simpatía y la monumental bronca, la vida y la muerte.

Como en cada tarde, los toros salen a embestir, a pegar cornadas, a pelear y si les es posible con base en sus condiciones, regresar al campo bravo gracias al indulto.

En esta ocasión murió el torero sin más armas que un paño y un estoque. Iván Fandiño está ahora en la gloria taurina y será heredero de una tauromaquia sólida que se convirtió en torero para toreros.

Recuerdos

Hablando de toreros que murieron a consecuencia de una cornada propinada por un toro que no le correspondía, el mexicano Alberto Balderas fue otro que padeció de ese trágico episodio de las páginas taurinas.

Fue en el año de 1940 del siglo anterior, cuando una tarde de toros en El Toreo allá en la Ciudad de México, el torero capitalino recibió una cornada similar a la de Fandiño.

El toro era Cobijero de la dehesa tlaxcalteca de Piedras Negras, tercero de la tarde que se encontraba en la lidia de José González, “Carnicerito de México”.

El toro hizo por Balderas, se lo echó a los lomos y en el fatídico momento vino la cornada que le destrozó la región hepática y le partió el hígado.

Algunos dicen que, como en el caso de Iván Fandiño fue mala suerte, otros que fue el destino que ya le tenía preparada esa muerte. Otros más, aseguran que se trata del tributo que tienen que pagar los héroes modernos vestidos de luces a la fiesta brava, a los toros.