Hace unos meses en el estado de Hidalgo se llevaron a cabo elecciones para renovar ayuntamientos. Como producto de aquella elección, la capital y la ciudad de mayor crecimiento en la entidad (Pachuca y Mineral de Reforma, respectivamente) cambiaron de signo político.

En ambos casos, esos municipios pasaron de ser gobernados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) al Partido Acción Nacional (PAN). Dicho cambio obedeció a múltiples motivaciones pero quizá en la atmósfera política dominaba la idea de unos gobiernos locales llenos de excesos y corrupción. Pues bien, meses después y ahora con otras administraciones, las cosas no han tenido grandes cambios.

Por un lado, la administración de Pachuca en manos de Yolanda Tellería se ha enfrentado a problemas de diversa manufactura. Todos ellos por la falta de oficio político pero también, hay que decirlo, por los opositores a su gobierno que no son mucho pero son muy incisivos en sus posturas.

El caso de Mineral de la Reforma es un tanto más complejo. Porque el antecesor de esa administración dejó las arcas vacías y una serie de deudas. A pesar de lo anterior, Raúl Camacho, actual presidente municipal, no ha hecho bien las cosas. Incluso diría que las ha empeorado. Al parecer su relación con sectores claves le ha cobrado factura. La nota de los últimos días tiene que ver con la carencia de servicios médicos a los policías de ese ayuntamiento y la negativa del presidente por brindar alguna solución al respecto.

Más allá de las dificultades referidas lo cierto es que los gobiernos locales pasan por un momento complicado. La expectativas de los ciudadanos es cada vez mayor y los resultados se vuelven algo inherentes a los políticos que aspiran a gobernar.

Si los ciudadanos no ven resultados tangentes difícilmente volverán a refrendar a los partidos y candidatos que ofertan soluciones fáciles a problemas complicados. En conclusión, se puede observar que la transición, en sentido general no representa la solución a problemas concretos.

En otras palabras, la dimensión de los problemas en Pachuca y Mineral de la Reforma va más allá del color de los partidos que gobiernan. Muy por el contrario, las dinámicas sociales, políticas y económicas de estas ciudades ameritas tomadores de decisiones de corte profesional. Ya no podemos estar bajo las riendas de políticos improvisados.

Los ayuntamientos tienen que profesionalizar a su personal burocrático. No se puede iniciar un gobierno local tratando de inventar fórmulas o claves originales para solucionar los graves problemas que aquejan al pueblo.

En suma, es una verdad casi irrefutable que el cambio de signo político no es condición necesaria de solución a problemas añejos. Hace falta que los dos presidentes municipales de Pachuca y Mineral de la Reforma asuman su mandato y procuren mejores condiciones de vida para los habitantes de aquellas delimitaciones.

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