Una comisión del Congreso de Brasil rechazó el jueves una recomendación para juzgar a Michel Temer por corrupción, dándole una victoria simbólica al mandatario un día después de que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva fue declarado culpable de ese cargo.
Los casos por corrupción contra dos destacados personajes brasileños dejan ver la amplitud de la agitación política en este país latinoamericano, donde una creciente pesquisa por corrupción ha develado un plan para intercambiar sobornos a cambio de favores políticos y contratos públicos.
Esa indagación llevó a una acusación de que Temer aceptó coimas de un ejecutivo de una empacadora de carne a cambio de ayudar a la compañía a obtener decisiones gubernamentales favorables. El mandatario ha rechazado haber cometido algo ilegal.
Hace unos días, un legislador al que se le encargó estudiar el caso de Temer recomendó que el cargo fuese aceptado, un revés para el presidente. Pero el jueves, una comisión de la Cámara de Diputados rechazó esa recomendación, lo que de nuevo inclinó la balanza en favor de él.
Ambas medidas son simbólicas en gran medida. La decisión de suspender a Temer y enjuiciarlo depende de toda la cámara baja, que someterá el asunto a votación el 2 de agosto. Si dos terceras partes de los 513 diputados votaran en contra del mandatario, entonces Rodrigo Maia, el presidente de ese recinto legislativo, asumiría como presidente interino mientras el Supremo Tribunal Federal de Brasil enjuicia a Temer.
Después de la contenciosa votación de la comisión, que en ocasiones incluyó duelos a gritos, algunos legisladores gritaron “¡Temer fuera!” y “¡voto comprado!”, mientras que otros respondieron “¡larga vida a Temer!”
El presidente emitió un comunicado en el que dijo que la votación era “un triunfo para la democracia y el derecho”. Temer, cuya popularidad es de un solo dígito según las encuestas, señaló también que sus aliados forman parte de una “sólida mayoría” que tiene el “valor cívico” de defenderlo.
Algunos legisladores se quejaron de que la amplia sustitución de integrantes de la comisión en los últimos días hizo que la votación de ésta fuera una farsa. Los líderes de los partidos tienen el derecho a reemplazar a sus miembros en comisiones cuando lo consideren necesario, y la prensa brasileña reportó que los partidos aliados con Temer hicieron varias de esas sustituciones en un aparente intento por garantizar que la votación fuera a favor del presidente.
La enorme pesquisa “Operación Auto Lavado” ha generado tensiones políticas en Brasil entre los que consideran que los fiscales y los jueces que combaten la corrupción son unos héroes, y los que piensan que algunas de las acciones judiciales tienen móviles políticos.
Un día después de ser declarado culpable de corrupción, Lula azuzó dichas percepciones con una desafiante defensa pública en la que acusó a sus rivales políticos de tratar de impedir que vuelva a ser presidente.
El juez federal Sergio Moro, al que muchos brasileños consideran un héroe y otros un fanático, lo halló culpable el miércoles y lo sentenció a casi 10 años de prisión, aunque el carismático dirigente sigue en libertad mientras apela el fallo.
En un discurso breve, Lula dijo a sus partidarios en Sao Paulo que la corte no tiene pruebas y la condena responde a motivos políticos. Arrancó aplausos al decir que desea postularse a la relección el próximo año.
“Si alguien cree que con esta sentencia me sacarán del juego, debería saber que estoy en el juego”, afirmó. “El único que puede declarar mi fin es el pueblo brasileño”.
En varios momentos la multitud vitoreó “¡Lula presidente!”. Un partidario mostró un cartel detrás de él que rezaba: “una elección sin Lula es un fraude”.
Ahora el caso pasa a manos de un grupo de magistrados, y uno de ellos prometió el jueves que se actuará antes de las elecciones de octubre de 2018. De ser ratificada la condena, las leyes brasileñas establecen que Lula no podría buscar la presidencia.
“Para agosto del próximo año este caso ya estará decidido”, aseveró el juez Carlos Eduardo Thompson, uno de tres que atenderán la audiencia de apelación. “Ya sea que la corte confirme el fallo y él no pueda ser elegido, o que enmiende la decisión y él podrá postularse”.
Se espera que tres jueces formen parte del juicio: Joao Pedro Gebrán Neto, que en su mayor parte ha respaldado o incrementado las sentencias ordenadas por Moro, así como Víctor Laus y Leandro Paulsen, ambos considerados más impredecibles.
Lula fue acusado de recibir un apartamento frente al mar y reparaciones a la propiedad como soborno de la constructora OAS. Él nunca poseyó el apartamento, pero los fiscales sostienen que la intención era dárselo.
Es la figura más importante en ser condenada hasta la fecha en esta pesquisa contra la corrupción, y el primer expresidente brasileño en ser hallado culpable en un proceso penal cuando menos desde la restauración de la democracia en la década de 1980.
Fue el primer presidente proveniente de la clase trabajadora y sigue siendo querido en muchos sectores, aunque la pesquisa por corrupción ha manchado su reputación. Enfrenta cargos en otros cuatro casos, pero a pesar de todo es considerado uno de los favoritos para las elecciones del próximo año.
Lula dejó la presidencia al final de 2010 con una popularidad por las nubes tras aprovechar un auge económico para financiar programas sociales que sacaron a millones de brasileños de la pobreza y aumentaron el peso internacional de Brasil.
La fiscalía que gestionó el caso dijo que apelaría la sentencia para pedir que se incremente la condena de nueve años y medio de prisión.