“Un pueblo llamado Redención”, de Hilario Peña, novela ganadora del Premio Bellas Artes de Novela José Rubén Romero 2016, porque a decir del jurado calificador revoluciona el género western, explora un México oculto en la historia, la fundación de una sociedad capitalista en un terreno hostil e indómito.
Sus páginas despiden el olor de la pólvora, de las alforjas y de los caballos surcando la llanura y en ellas se lee que de niño «Cornelio Callahan» fue raptado por indios mojaves; de adulto, combatió apaches en Sonora, participó en el exterminio de bisontes en Texas y protegió la plata de las minas en Chihuahua, bajo las órdenes de un terrateniente déspota.
El único hombre dispuesto a desafiar a ambos villanos fue un artista del revólver llamado «Higinio Montoya». El pistolero esperó hacer lo que es correcto y exorcizar sus demonios. ¿Qué mejor lugar para conseguir lo que se proponía que un pueblo llamado Redención?, se pregunta el autor nacido en Mazatlán en 1979 y a quien se deben ya seis buenos libros.
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“Ruiseñores de Inglaterra”, una selección de autores y poemas, prólogo y traducción de José María Álvarez, hace un periplo desde las brumas anglosajonas hasta Dylan Thomas. De todo hay en el museo de sus vindicaciones: nobles ajusticiados que antes de subir al patíbulo inventaban el endecasílabo no rimado que Shakespeare consagrara.
Aparece el buen conde de Surrey, el preciosista Lyly, el esplendor de Marlowe, Sidney que murió en batalla y que alzó una Laura septentrional, el aventurero Ralegh que honró los mares con su bandera y el cadalso con su orgullo, el astuto Wotton, Milton, solitario implacable de Horton, aquel otro puritano Andrew Marvel, y el iluminado Blake.
Igualmente, la gloria de Wordsworth y de Coleridge, la grandeza de ese cuyo nombre está escrito en el agua y la de Shelley, que junto a él reposa en Roma, el aristocrático helenista Arnold, el gran pagano llamado, Charles Swinburne, la nobleza de Stevenson, Edward Fitzgerald, la luz de Yeats, el georgiano De la Mare, el inviolable Eliot y Shakespeare.
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“El libro de El Diablo y sus demonios”, de Fernando Montes de Oca Sicilia, recuerda, con un peculiar estilo, sencillo y ameno, la palpable y diversa presencia, para mal y para bien, del Diablo en la cultura de este país. Aquí el lector podrá echar un pronto y sucinto vistazo lo mismo a diversas obras de arte pictóricas que literarias, musicales o culinarias.
Pero no se trata de cualquier tipo de obra inscrita en esos géneros, sino de aquellas que a lo largo de los siglos han abordado los temas en torno al Diablo o se han valido de su figura para expresar emociones, describir características peculiares y plantear problemas de relevancia universal. Temas de todos los tiempos en casi todas las culturas del mundo.
También le será posible rastrear los orígenes históricos y religiosos de las diferentes mitologías sobre demonios, diablos y demás seres infernales, así como observar todo su desarrollo a lo largo del tiempo por medio de una variopinta gama de manifestaciones culturales. En pocas palabras, todo lo que el curioso quería saber sobre ese peculiar ser.
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“Los cronopolios 2” (“La oscuridad paralela”), de Luis Panini, ofrece al público lector volverse a sumergir en esta fantasía en la que probablemente hasta pierda la noción del tiempo, y ser testigo de la fuerza de la amistad y del poder que tiene la bondad ante la vileza y la oscuridad. En esta segunda entrega han transcurrido un año desde la primera.
“Lucas Arcos”, “Margo 39” y “Dante Aquapantanus”, estudiantes del Instituto de Estudios Horológicos Avanzados, evitaron la creación de un Cronopolio Oscuro. Sin embargo, el descubrimiento de un mecanismo capaz de entrelazar la realidad de Cronos con la de un lugar siniestro amenaza con destruir el mundo al que ahora llaman hogar.
La batalla por romper el equilibrio del tiempo no ha terminado. Una vez más, la valentía de estos tres amigos les permitirá enfrentar las adversidades para evitar que la Penumbra y su ejército de cronógrafos desalmados destruyan lo que más aprecian. La secuela tiene el estilo de Panini, cuyo primer libro ganó el Premio Nuevo León de Literatura 2008.
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“Crónica 2”, compilación de Gustavo Jiménez, segundo tomo de esa colección, contiene textos publicados en el siglo XIX y principios del XX de varios autores. Se favoreció la lectura placentera por encima de los textos curiosos e imprevistos. Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893) y Juan de Dios Arias (1828-1886) son algunos autores reunidos.
También Manuel Barbachano (1806-1864), Francisco Bulnes (1847-1924), José Tomás de Cuéllar (1830-1894), María Enriqueta Camarillo (1875-1968), Ángel de Campo (1868-1908), El de los Seis Monos (s.f.), Heriberto Frías (1870-1925), Luis Frías Fernández (1872-1916), Antonio García Cubas (1831-1912) y Luis González Obregón (1865-1938).
Completan la lista Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895), Enriqueta y Ernestina Larráinzar (1851-1906; 1854-1925), Rafael López (1873-1943), José López Portillo y Rojas (1850-1923), Ramón López Velarde (1888-1921), Laura Méndez de Cuenca (1853-1928), Amado Nervo (1870-1919), Fernando Orozco y Berra (1822-1851) y nueve más.