El papa Francisco rezó por un juicio final de misericordia para elcardenal Bernard Law, quien simbolizó la incapacidad de la Iglesia católica de proteger a los niños de los curas pederastas y su soberbia al salvaguardar su reputación a toda costa.

Francisco bendijo el ataúd con incienso y agua bendita en el altar trasero de la Basílica de San Pedro y recitó la oración ritual que lo encomienda a Dios.

El decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano, concelebró la misa fúnebre en el altar principal de la Basílica de San Pedro junto con otros 30 cardenales y pronunció un elogio de Law sin mencionar el escándalo.

Asistieron miembros del cuerpo diplomático, pero hubo escasa concurrencia del público en general.

El caso, revelado por el diario The Boston Globe y recordado por la película ganadora del Oscar «Spotlight», fue el detonante de un escándalo que se propagó cuando miles de personas en todo por el mundo denunciaron que habían sufrido abuso sexual a manos de sus sacerdotes cuando eran niños.

La decisión de san Juan Pablo II de llevar a Law a una gran basílica romana en 2004 reforzó la impresión de que la Santa Sede -que durante décadas volvió la espalda a los abusos- no terminaba de comprender la magnitud del problema, el trauma que causaba a sus víctimas y su consiguiente pérdida de credibilidad.

Francisco, heredero de ese legado, ha prometido «tolerancia cero» para los abusos, pero su propia trayectoria se ha caracterizado por nombramientos cuestionables, el retiro de su propuesta de crear un tribunal vaticano para los jerarcas como Law y otorgar al asunto menor premura que su antecesor, Benedicto XVI.

Días atrás dejó que venciera el mandato de su comisión de expertos para asesorar a la Iglesia sobre la protección a los niños, creada hace tres años entre anuncios con tono espectacular.