Connotados investigadores, escritores, dramaturgos, músicos, arqueólogos, antropólogos e historiadores murieron este 2017, no sin antes dejar un invaluable legado en beneficio de las presentes y futuras generaciones.
El 6 de enero murió Ricardo Piglia, considerado uno de los escritores argentinos más reconocidos de las últimas décadas por obras como “Respiración artificial” y “Plata quemada“. Referente absoluto de la literatura de su país los últimos 40 años.
Fue un intelectual atento a los cambios de época y se mantuvo siempre cerca de las líneas ideológicas de la izquierda. Entre los muchos premios que se le concedieron destacan el Romulo Gallegos, el Formentor y el Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas. Su obra está traducida a más de 15 lenguas y fue llevada al cine.
Otra de las ausencias más profundas que dejó este año fue el deceso del arqueólogo Ángel García Cook, la madrugada del domingo 29 de enero a los 79 años de edad. El investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) destacó por su labor en la región de Tehuacán-Cuicatlán, desarrollada desde 1961, así como en la Zona Arqueológica de Cantona, Puebla.
Entre sus aportes destaca el haber encontrado los olotes más antiguos del mundo en las cuevas de Coxcatlán, San Marcos y Purrón, durante sus primeras investigaciones de campo al lado del maestro Richard S. MacNeish. Su legado incluye más de 200 títulos, entre libros y artículos.
Pocos días después, el 15 de febrero de 2017 falleció el arqueólogo Luis Joaquín Leira Guillermo, estudioso del periodo Posclásico Tardío (1250-1550 d.C.) en la Costa Oriental quintanarroense, recordó el INAH en un comunicado.
El especialista nació en abril de 1956 en La Habana, Cuba, donde pasó sus primeros años de vida escolar, tiempo después, junto con su madre y hermana, se trasladó a la ciudad de Mérida donde comenzó su carrera en antropología, con especialidad en arqueología, en la Universidad de Yucatán.
Su interés se centró en la arqueología de Quintana Roo. Inició con el salvamento arqueológico del Edificio de los Pájaros, en Xelhá, posteriormente con numerosos trabajos en los sitios de Punta Piedra, Calderitas, Xulhá, Cobá, Punta Nikú, Yamilu’um, Boca Iglesia y, especialmente, en los sitios de Tulum, El Rey y El Meco, a los que dedicó muchos años de estudio.
Las pérdidas continuaron el 20 de febrero pasado con la muerte del profesor-investigador César Huerta Ríos, considerado uno de los antropólogos sociales más reconocidos en el medio académico con más de 35 años de labor docente en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Pilar en la formación de antropólogos, Huerta Ríos nació el 25 de diciembre de 1926 en Chitré, Panamá. Sus estudios hasta el bachillerato los realizó en el Instituto Nacional de ese país, posteriormente, en 1954, se trasladó a la Ciudad de México con la finalidad de estudiar Sociología y en 1960 concluyó sus estudios de Etnología y Antropología Social.
Entre 1969 y 1972 colaboró en el Proyecto Rescate Etnográfico, bajo la dirección de Fernando Cámara Barbachano, que le permitió tener contacto con la etnia triqui en Oaxaca. Producto de sus indagaciones, en 1979 presentó su tesis de maestría en Ciencias Antropológicas en la ENAH, trabajo por el cual un año después (1980) recibió el Premio Nacional de Antropología Julio de la Fuente, del Instituto Nacional Indigenista.
El mundo de las letras perdió este año al prolífico poeta, ensayista, editor y catedrático mexicano Juan Bañuelos, quien dejó de existir el 29 de marzo pasado, a los 84 años de edad, debido a complicaciones respiratorias. Integrante del grupo “La espiga amotinada”, Bañuelos se caracterizó por defender siempre los derechos indígenas.
Miembro fundador del Ateneo de Chiapas, fue reconocido con el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 1968; el Premio Chiapas en la rama de Arte 1984 por su destacada aportación a la lírica de México; el Premio Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer 2001, el Premio Xavier Villaurrutia y el Premio de Poesía José Lezama Lima.
Entre sus obras, que fueron traducidas al checo, polaco, húngaro, noruego, sueco, búlgaro, rumano y alemán, destacan “Puertas del mundo”, “Escribo en las paredes”, en “Ocupación de la palabra” (1965); “Espejo humeante” (1969); “No consta en actas” (1971); “Destino arbitrario” (1982) y “Donde muere la lluvia” (1992).
El 30 de junio de 2017 murió a los 95 años de edad, el músico y jaranero mexicano Elías Meléndez, originario de Playa Vicente, Veracruz, pilar del son jarocho y quien en 2013 fue considerado Tesoro Humano Vivo por el Programa de Desarrollo Cultural del Sotavento, de la Secretaría de Cultura federal.
Elías Meléndez dedicó su vida a la conservación de afinaciones antiguas y sones en desuso del son jarocho. Fundó grupos de música tradicional como Los Parientes (1988), El Butaquito (2000), Soneros del Tesechoacán (2001) y Soneros de la Cuenca (2009). Sus últimos años los dedicó a la enseñanza de afinaciones antiguas en la Tallera Colectiva del municipio de Tuxtepec, Oaxaca.
A lo largo de su carrera grabó cuatro producciones discográficas, de las cuales se desprende el último disco titulado “Elías Meléndez y jaraneros de la Cuenca”, que presentó en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) el 12 de febrero de 2012.
Las artes plásticas mexicanas perdieron este año a uno de sus principales representantes, el pintor y escultor mexicano José Luis Cuevas, quien dejó este mundo el pasado 3 de julio, a los 83 años de edad.
Considerado uno de los principales representantes de la llamada Generación de la Ruptura, José Luis Cuevas dejó de legado obras como “La Giganta”, el Mural Efímero en la Zona Rosa y “La Figura Obscena”, por mencionar solo algunas. En 1992 se inauguró el museo que lleva su nombre en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Entre los premios que recibió a lo largo de su trayectoria destacan el Nacional de Bellas Artes en 1981, el Doctorado honoris causa por la Universidad Autónoma de Sinaloa; la Orden de Caballero de las Artes y de las Letras de la República Francesa y en 1992 fue nombrado Artista de la Ciudad por el Gobierno del Distrito Federal, ahora Ciudad de México.
Sensible también fue la muerte del destacado epigrafista inglés Ian James Alastair Graham, el 1 de agosto. Sus trabajos resultaron cruciales en el desciframiento de la escritura jeroglífica desarrollada por la antigua civilización maya.
Ian Graham fue director emérito y fundador del Corpus de Inscripciones Jeroglíficas Mayas (Corpus of Maya Hieroglyphic Inscriptions), del Museo Peabody de Arqueología y Etnología, de la Universidad de Harvard, Estados Unidos.
Su contribución científica le mereció diversos reconocimientos, como la Orden del Imperio Británico, cuya condecoración fue otorgada por la reina de Inglaterra, en 1999. En 2004 fue premiado por la Society of American Archaeologists; recibió la Orden del Quetzal de Guatemala, en 2007, y la Medalla INAH en 2008, entre otros galardones.
Una de las pérdidas más sensibles en el medio cultural fue la del célebre caricaturista mexicano Eduardo Humberto del Río García, mejor conocido como «Rius«, quien murió la madrugada del 8 de agosto de 2017 a los 83 años de edad.
El cartonista comenzó su carrera a los 21 años de edad en la revista “Ja-Já”, pero pronto fue reconocido por sus historietas. Con más de 60 años de trayectoria sus trabajos fueron publicadas en importantes medios de comunicación de México, como «Proceso», «El Universal», «Ovaciones», «La Prensa» y «La Jornada».
En la 31 Feria Internacional del libro de Guadalajara amigos, colegas y familiares le rindieron un “Homenaje post mortem”, en el que su viuda, Micaela Flores, recibió la escultura “Calzonzin” en honor al caricaturista.
El historiador y catedrático mexicano Álvaro Matute Aguirre falleció el 12 de septiembre de 2017 a los 74 años de edad. El también miembro de la Academia Mexicana de la Lengua se especializó en cuatro áreas: la historia de la historiografía mexicana del siglo XX, las representaciones históricas en las artes, los Constituyentes de 1916-1917 y la cultura liberal en México y España 1860 -1930.
En París, Francia, el 5 de octubre de 2017 murió la novelista francesa Anne Wiazemsky, nieta del Premio Nobel de Literatura Francois Mauriac y exesposa del cineasta Jean-Luc Godard. Entre sus obras destacan “Canines”, “El libro de las despedidas”, “El libro de los destinos” y poco antes de su muerte publicó “Un saint homme”.
Mientras que el 9 de octubre pasado murió el pintor peruano Fernando de Szyszlo, a los 92 años de edad. Es considerado uno de los artistas abstractos más importantes de América Latina.
El pianista, compositor y cantante de rhythm and blues Fast Domino falleció el martes 24 de octubre a los 89 años de edad. Alcanzó el éxito en las décadas de 1950 y 1960 por sus influencias musicales estilo boogie-woogie. Impulsó a la escena artística de Nueva Orleans.
En tanto, el 15 de noviembre de 2017 murió a los 84 años de edad el pianista, compositor y director de orquesta italo-argentino Luis Bacalov, ganador de un premio Oscar en 1996 por la música del filme “Il Postino” (El Cartero). También fue creador de las bandas sonoras en las películas “Django”, “La muerte de un presidente” y “Gran duelo al amanecer”.
Hace unos días, el 14 de diciembre, falleció el arquitecto, restaurador y académico Javier Villalobos Jaramillo, prominente defensor de la historia y el patrimonio cultural de México, quien se desempeñó como presidente del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) México, de 2003 a 2009.
Villalobos, quien también se desempeñó como subdelegado del Centro Histórico de la Ciudad de México y del Fideicomiso Centro Histórico, fue autor de significativos aportes bibliográficos como “Los 100 sitios y monumentos más importantes del Centro Histórico”. Recibió el Premio Federico Sescosse en 2012.