Durante su estadía en Santiago de Chile, el Papa Francisco visitó la prisión femenil de «San Joaquín» y señaló que la cárcel » aveces se reduce a un castigo sin ofrecer los medios adecuados para generar procesos. Y esto esta mal».
En el gimnasio de la prisión en la que actualmente cumplen su pena 1.200 reclusas, respecto a una capacidad de 1.080, Francisco agregó «Una condena humana sin futuro es una tortura. Toda la pena tiene que tener un horizonte, el horizonte para reinsertarse y prepararse para la vida fuera».
Antes del Papa habló una de las reclusas, Janeth Zurita, que pidió perdón a nombre de todas las mujeres de la prisión por los crímenes cometidos y el dolor causado.
Ante ello, el pontífice elogió «ese valiente pedido de perdón» y «esa actitud tuya llena de coraje y humildad».
«Gracias por recordarnos esa actitud sin la cual nos deshumanizamos perderemos la conciencia de que nos equivocamos y que cada día estamos invitados a volver a empezar», agregó.
Explicó que le recibieron madres con sus hijos y que llevaban unas flores y eso inspiró su discurso.
Les pidió «gestar futuro para sus hijos y para ellas y la sociedad» y que la «capacidad de poder adaptarse y salir adelante de las mujeres les permita luchar y salir adelante contra los tantos determinismos cosificadores que terminan matando la esperanza».
Recordó a las reclusas «que estar privado de la libertad no es estar privado de la dignidad».
Francisco indicó a las mujeres que sus hijos deben ser «la esperanza y el estimulo» porque estar privada de libertad «no significa que esa situación sea el fin» y las invitó «a mirar hacia adelante hacia la reinserción en la vida corriente de la sociedad».
También bendijo a los agentes de la pastoral penitenciaria y a los funcionarios de la Gendarmería y pidió que puedan hacer su trabajo con dignidad.