Al menos 170 personas , en menos de siete días, arribaron a la garita peatonal de El Chaparral, en Tijuana, para pedir asilo o refugio al gobierno de Estados Unidos.

Según los propios testimonios de dichas personas, las solicitudes son por la violencia que hay en sus lugares de origen que les impide asegurar su vida o la de sus familias.

hasta el domingo pasado 112 cruzaron del puerto fronterizo mexicano al del lado estadounidense, conocido como PedWest, con la misma intención de quedarse en aquel país. La gente era principalmente de estados como Michoacán y Guerrero, aunque hubo una minoría de extranjeros africanos y centroamericanos.

Desde el jueves pasado se concentraron en el patio exterior del Instituto Nacional de Migración (INM), en la garita de El Chaparral, hasta el domingo cuando solamente quedaban ocho personas: tres mujeres, tres niñas y dos niños, todos mexicanos. Pero para el lunes, en menos de 24 horas un nuevo grupo de unas 50 personas ya había llegado al mismo sitio.

Movidos por el temor. “Me vine porque en Cuitzian Grande [Michoacán] ya no puedo vivir, ninguna niña de mi edad puede hacerlo. El futuro siempre es el mismo, que a una la roben los de la maña”, dice Mercedes, una joven de 19 años que dice haber llegado a Tijuana hace dos días con un tío, con la intención de irse a Estados Unidos, a Sacramento, para vivir con sus dos hermanas.

Por su parte, el director de Atención al Migrante en Tijuana, César Palencia, explicó que en junio de 2017 llegó al municipio la primera oleada de indocumentados, en su mayoría centroamericanos. En diciembre pasado llegó la segunda ola, en la que casi todos fueron mexicanos, para pedir asilo o refugio al gobierno estadounidense. En ese entonces se documentaron más de 200 personas que durmieron en la intemperie esperando una respuesta del gobierno de EU.