Después de ganar cinco campeonatos, aparecer en ocho Super Bowls y ser en términos generales el pasador más galardonado de la historia, Tom Brady está en medio de una batalla que eventualmente habrá de perder ante un enemigo invencible: El padre tiempo.

Pero sería inocente apostar en contra de Brady, al menos este año.

Con 41 años cumplidos y listo para su 19na campaña al frente de la dinastía más exitosa en la era del Super Bowl, Brady busca recuperarse de la dolorosa y sorpresiva derrota ante los Eagles de Filadelfia en el último Super Bowl para seguir haciendo historia. De concretar su travesía con un nuevo anillo, Brady habrá pintado su obra maestra.

El sentido común indica que mientras Brady esté detrás del centro y Bill Belichick en las laterales todo es posible. La realidad es que esta nueva temporada llega cargada de turbulencia fuera de la cancha y con muchas interrogantes dentro de ésta.

El hecho de que el estelar tight end Rob Gronkowski insinuara su retiro de los emparrillados a los 29 años y a pocos días del Super Bowl, así como la ausencia de Brady de las prácticas voluntarias, solo reforzaron los rumores y reportes sobre un distanciamiento entre Brady, Belichick y el propietario Robert Kraft en la cúpula de Nueva Inglaterra.

Pero Brady y Belichick están más que acostumbrados no solo a trabajar, sino a prosperar, en medio de las controversias. Trabajar con tal déficit de talento alrededor del laureado pasador es cosa distinta.

Los Patriots perdieron en la agencia libre al fiable Danny Amendola y al explosivo Brandin Cooks y tendrán que jugar los primeros cuatro encuentros sin Julian Edelman _ la válvula de seguridad de Brady _ quien fue suspendido por violar la política de sustancias prohibidas de la liga. En otras palabras, jugarán sin los tres receptores titulares de la campaña anterior.

Además, firmaron a los agentes libres Kenny Britt, Jordan Mathews y Eric Decker. Sin embargo, los dos primeros fueron dados de baja antes del inicio de la campaña y el tercero optó por el retiro apenas unos días después de llegar al equipo.

Tal situación limita las opciones de Brady en el juego aéreo a Gronkowski. Sus demás blancos son Chris Hogan, Phillip Dorsett y otro recién adquirido, Cordarelle Patterson. Los tres se combinaron en 2017 para 77 recepciones, 942 yardas y cinco touchdowns.

Tan solo Cooks terminó la campaña anterior con 65 balones atrapados, mil 82 yardas y siete anotaciones. Al menos nominalmente, su salida parece un duro traspié para el segundo mejor ataque aéreo de la campaña anterior.

El juego terrestre dependerá en gran medida del novato Sony Michel, quien permanece en duda debido a una lesión en la rodilla, y de los confiables James White, Jeremy Hill y Rex Burkhead. Pero ahí también los Patriots sufrieron una baja importante con la partida del tackle izquierdo Nate Solder a los Giants.

La defensiva que permitió 41 puntos en la derrota del Super Bowl, perdió a su arquitecto, Matt Patricia, quien asumió el cargo como coach de los Lions de Detroit, y Brian Flores ocupa su lugar luego de permanecer más de una década en la organización como coach de posición.

Son demasiados cambios en muy poco tiempo. Pero en los Patriots la única constante ha sido el éxito, y en 2018 no se puede descartar. A fin de cuentas, dos de sus rivales divisionales _ Bills y Jets _ estrenan quarterback titular y los Dolphins tendrán detrás del centro a Ryan Tannehill por primera vez en más de un año.

El principal rival de los Patriots podría no estar dentro de su división, sino en ellos mismos y, por supuesto, en el tiempo.