Esto va más allá del simple paisaje de los días soleados o lluviosos, del cielo dibujado con nimbos, cúmulos, cirros o estratos dominando el horizonte; el cambio climático es mucho más que la nota del reporte del estado del tiempo.

La constante aparición de diversos fenómenos meteorológicos que se recrudecen entre sí como “el niño” y “la niña”; el primero, referido con el calentamiento del Pacífico oriental ecuatorial provoca la extensión del calor sofocante, la desertificación, la agudización de la sequía y eleva las temperaturas notoriamente; mientras la segunda, provoca alteraciones considerables en la zona intertropical y ecuatorial manifestándose como antónimo del niño con abundantes lluvias.

Son las dos caras de una misma moneda muy preocupante porque altera el ecosistema y desde luego trastoca la actividad de los seres humanos en su diario vivir así como las actividades económicas de la que éstos dependen: la sequía altera el orden de la siembra y mata las cosechas, seca los manantiales, los ríos, los mantos acuíferos y baja los niveles de las presas y de las obras hidráulicas de almacenamiento de agua.

En tanto que la lluvia abundante provoca el efecto contrario pero también con daños perniciosos y otras alteraciones colaterales negativas porque  anega los cultivos e implica  una pérdida económica para los agricultores junto con una subida en el precio de los alimentos ante su carestía.

De acuerdo con el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno el Niño (CIIFEN) hasta el momento los años más acuciosos de esta fenomenología han sucedido de 1982-1983; de 1997-1998 aquí fue especialmente maligno porque provocó 20 mil muertes en todo el mundo y pérdidas económicas superiores a los 34 mil millones de dólares, según la Organización Mundial de la Salud; tampoco olvidar los años de 2015-2016.

No obstante, se pronostica que precisamente a partir de 2019 pueda darse otro gran episodio de calor, con las consecuencias derivadas en la vida humana.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) estima entre un “75% a un 80% de probabilidades” de que se forme otra vez aunque no tan severo como en otras ocasiones.

El último gran episodio de inundaciones en América del Sur y sequías en África y Asia se registró en 2015-2016 y afectó los patrones climáticos alrededor del mundo”, reportó recientemente la BBC.

¿Sucederá en 2019? La OMM y otros científicos estadounidenses creen que sí y basan sus predicciones desde “una mera condición cálida-neutral” hasta un evento de fuerzas moderadas  “con temperaturas de la superficie del mar de hasta un máximo de 0.8 a 1.2 grados centígrados” por encima de la media.

A COLACIÓN

Europa el año pasado vivió un verano infernal, en Finlandia de noche varios centros comerciales abrieron para permitir que la gente durmiese con el aire acondicionado.

Los países nórdicos acostumbrados a temperaturas más suaves generalmente de media entre los 18 y 20 grados centígrados en primavera y verano experimentaron una subida inusitada de sus termómetros.

El culpable, según la OMM es el dióxido de carbono porque a su juicio atrapa el calor, sin embargo, para el presidente estadounidense Donald Trump esto es una falacia… un  mero cuento chino calificado de esta forma  de manera despectiva para restarle importancia.

Un calentamiento de una fracción de grado supone una diferencia en la salud humana, el acceso a los alimentos y al agua dulce; en la extinción de plantas y animales y en la supervivencia de los arrecifes de coral y la vida marina”, aseveró el organismo.

Y aun así, 2019 podría ser inclusive mucho más cálido que el año pasado. De acuerdo con un estudio publicado en National Geographic, a partir de información del Climate Protection Center, existe una probabilidad de que “con el Niño este sea el año más cálido registrado”.

Apenas ha entrado la primavera, y en el sur de España en muchas localidades y ciudades no ha caído en meses una sola gota de agua; mientras los países nórdicos ya anticipan que, de cara al verano, necesitarán algo más que protección solar. Los embalses lucen semivacíos, algunos incendios como los de Cantabria preocupan. Aquí el único culpable es el propio ser humano… aunque Trump se empecine en negarlo.

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales