La cifra de muertos en Sri Lanka ya alcanza las 207 personas , entre ellas una treintena de extranjeros, y unas 450 resultaron heridas una de las jornadas mas sangrientas, esto después de una serie de explosiones simultáneas en cuatro hoteles, un complejo residencial y tres iglesias, donde numerosos fieles celebraban una de las grandes festividades cristianas. Los ataques no han sido reivindicados.
El Gobierno ha decretado el estado de emergencia, ha bloqueado las redes sociales y la policía ha impuesto el toque de queda con efecto inmediato ante el temor a nuevos ataques. Han detenido a siete personas en relación a los ataques, según medios locales. En una de las actuaciones, tres policías fueron asesinados en el registro a una casa.
Las seis primeras explosiones ocurrieron de forma coordinada hacia las 8.45 horas (2.30 GMT) en al menos tres hoteles de lujo en Colombo: el Cinnamon Grand, el Kingsbury y el Shangri-La, todos de categoría cinco estrellas. También en una iglesia de la capital, otra en Katana, en el oeste del país, y la tercera en Batticaloa, en el este de la isla, explicó el portavoz de la Policía de Sri Lanka, Ruwan Gunasekara.
La séptima detonación, en la que hubo dos fallecidos, se registró horas más tarde en un pequeño hotel situado a unos 100 metros del zoo de Dehiwala, un suburbio ubicado a una decena de kilómetros al sur del centro de Colombo. A primera hora de la tarde se ha producido la octava explosión en el complejo residencial en Dematagoda, en Colombo.
“Escenas horribles. He visto miembros amputados esparcidos por todos lados. Equipos de emergencia están desplegados en su totalidad en todos los puntos. (…) Hemos llevado muchas víctimas al hospital, esperamos haber salvado muchas vidas”, aseguró en Twitter el ministro de Sri Lanka para las Reformas Económicas y la Distribución Pública, Harsha de Silva, tras visitar varios de los lugares atacados.
Todas las escuelas del país permanecerán cerradas el lunes y el martes, según ha confirmado el Ministerio de Educación.