Polonia exigió a Alemania una reparación económica por las pérdidas que tuvieron los polacos en 1944, que no fueron compensadas y que reconstruyeron con su esfuerzo y trabajo, durante el levantamiento contra la ocupación alemana en Varsovia.
Aunque existen discrepancias entre los gobiernos de Alemania y Polonia sobre las indemnizaciones por la Segunda Guerra Mundial, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, asistió este jueves junto a su homólogo polaco, Jacek Czaputowicz al evento para conmemorar el 75 aniversario del levantamiento.
El parlamento exige 41 mil millones de euros por la destrucción de un 90 por ciento de la capital y la muerte de 200 mil personas tras el levantamiento armado de la resistencia, informó la prensa europea.
Durante su visita al memorial de los muertos por la insurrección en Varsovia, Maas pidió perdón a todos los polacos por las atrocidades cometidas «en el nombre de Alemania» y por el encubrimiento de la brutalidad del levantamiento, al tiempo que reconoció que los polacos han iniciado los diálogos en más ocasiones para la restauración de la paz.
El canciller alemán viajó a Varsovia dispuesto a tender la mano y repetir el gesto que hizo hace tres lustros el excanciller Gehard Schöder, pero más allá de una bienvenida, se reavivó una vieja polémica.
«He venido para honrar a los muertos, a sus familiares y a heridos porque quiero pedir perdón al pueblo polaco por las atrocidades que cometieron aquí los alemanes y en nombre de Alemania».
La demanda de reparaciones de guerra por parte de Polonia y la negativa de Alemania a negociar compensaciones ha marcado la tensión constante en las relaciones entre ambas naciones.
La resistencia armada a la ocupación nazi comenzó en Varsovia 1 de agosto de 1944. Fue una lucha desigual. La ayuda lanzada desde el aire por los Aliados no alcanzó los objetivos y las fuerzas soviéticas, se negaron a apoyarles por la presunta conexión con el gobierno anticomunista en el exilio.
El levantamiento concluyó con 200 mil muertos, la mayoría civiles, tras la revuelta cerca de medio millón de residentes fueron deportados de Varsovia, que quedó prácticamente destruida.