Los pacientes que han resultado afectados por el COVID-19 han pasado malos ratos, y las familias que no pueden despedirse de los seres queridos que han muerto debido a la enfermedad, también han sufrido a lo largo de estas semanas. Pero de quien no se ha hablado tanto, es de los médicos y enfermeras que han presenciado distintas situaciones más de una vez.

Desde sostener una tableta, para que los pacientes puedan escuchar y ver a sus familiares o ver la desesperación de la gente al no poder estar con sus seres queridos, hasta tener miedo de ser portadores de este virus y la probabilidad que tienen de contagiar a los familiares de los pacientes con los que conviven diariamente.

Julia Trainor, enfermera que trabaja en la unidad de cuidados intensivos, entubó a una mujer, y después tuvo que llamar a su esposo para que la pareja pudiera hablar, porque él no puede entrar al hospital.

“Tuve que ponerlo en el teléfono y acercarlo a su oído mientras él le decía que la amaba tanto, y luego tuve que limpiarle las lágrimas. Estoy acostumbrada a ver pacientes muy enfermos y estoy acostumbrada a que los pacientes mueran, pero nada como esto”, expresó Trainor en una entrevista con la agencia Reuters.

La paciente se encuentra en un hospital dentro del estado de Maryland en donde se ordenó no salir desde el 30 de marzo. Ahí más de 9.000 personas han dado positivo, y 260 han fallecido.

Los médicos trabajan más de 12 horas seguidas, pero lo más pesado no es el tiempo que están trabajando, sino ser testigos de cómo esta enfermedad le ha pasado tanto a pacientes como a familiares debido a la política que no permite visitantes dentro del hospital. Por lo que los médicos no solamente están a cargo de la salud física de los pacientes, sino que también desempeñan el apoyo que un familiar les podría dar.

“El momento más difícil durante el turno fue ver a los pacientes con COVID morir indefensos y sin sus familiares a su lado”, declaró Ernest Capadngan, un enfermero en la unidad de biocontención del hospital.

El comunicarse directamente con la familia al otro lado del teléfono también es una acción que es difícil para el personal médico, ya que las familias se desesperan al no poder ver a los pacientes. Pero no hay nada que los médicos puedan hacer.

“Hay muchas incógnitas y con eso desconocido hay mucha ansiedad y estrés con los que no estamos acostumbrados. Hoy tuve un paciente que se cayó de la cama y tuve que llamar a su esposa y decirle que no podía ir a verlo, a pesar de que suplicó y le rogó que fuera a verlo”, dijo Tracy Wilson, una enfermera practicante.

Sin embargo, la gente que trabaja en los hospitales no se ve a sí misma como los héroes, ya que es un trabajo en equipo tanto ayudar a pacientes, como a que la gente les ayude a ellos, resguardándose en casa.

“La propagación de COVID-19 ha afectado a muchos medios de subsistencia, a la vida de muchas personas. La muerte en general ha creado una crisis. Por lo tanto, me gustaría pedirle no solamente a una persona, sino a todas la gente del mundo, que converjan y se unan al plataforma de que esto es algo que nadie puede luchar individualmente”, explicó Cheryll Mack, una enfermera de la sala de emergencias.

La emergencia ha creado una especie de complicidad entre los médicos y las enfermeras, pues se cuidan las espaldas y son solidarios el uno con el otro. Así que cuando alguien necesita un descanso, los demás lo cubren. Mack contó que trata de tomar 15 minutos para respirar aire fresco fuera del hospital, pues aunque sea durante esos momentos, puede sentir algo de alivio.

Lamentablemente, presenciar ese horror no es lo único que mantiene al personal preocupado, pues aunque tratan de distanciarse un poco de los sentimientos, el impacto llega aún más cuando alguno de los tratantes se convierte en paciente.

“Lo más difícil de todo esto ha sido cuidar a otros proveedores de atención médica. Realmente da mucho miedo cuando ves a alguien que podría estar entrando y ahora estás cuidando de ellos, señala la practicante de enfermería Martine Bell.

Cada turno termina de formas parecidas de descontaminación: las enfermeras y las médicos se quitan sus equipos individuales de protección y se bañan antes de estar en contacto con sus familiares.

Tomo una ducha muy larga y muy caliente. Y luego generalmente me siento en el sofá y leo un libro o veo algún reality show sin sentido para estresarme”, desarrolló Bell.

“Estoy acostumbrada a tratar pacientes enfermos. Trato pacientes enfermos todo el tiempo, pero es muy diferente saber que el paciente que estás tratando también es un riesgo para ti. Esa es la principal diferencia aquí. Nadie que trabaja en hospitales tiene miedo de tratar a personas enfermas. Solo quiero mantener al personal y a los pacientes seguros al mismo tiempo”, aseveró Laura Bontempo, médica de emergencias.

Bontempo, por ejemplo, se quita su equipo y ropa médica dentro de una tienda que instaló afuera de su casa, después se envuelve una toalla y se apresura a bañarse. Después mete su ropa médica a la lavadora, sola, para no contaminar nada más.

Algo más que agrega al miedo: la incertidumbre. Esto es lo que afecta psicológicamente a médicos y enfermeras, pues no saben si lo peor ya llegó, o tal vez llegará más adelante.

“El momento más difícil ha sido el miedo que vive dentro de todos nosotros. Hay muchas cosas desconocidas en este momento. Tememos lo que sucederá mañana, cómo se verá el departamento de emergencias la próxima semana cuando entremos. Miedo sobre nuestros propios colegas, si se enfermarán. También tememos que podamos ser portadores asintomáticos y llevar este virus a nuestras familias y seres queridos. Ha habido mucho miedo sobre nuestros suministros y si se nos acabará. Y luego, obviamente, existe el temor de que veamos pacientes y no podamos hacer todo lo que normalmente podemos para ayudar a salvar las vidas de los pacientes”, describió Meghan Sheehan, enfermera practicante.

Sheehan regresa a su casa en su auto sin escuchar noticias, y usa ese momento para reflexionar acerca de lo que vivió en ese día. Al llegar a casa comparte cena con su familia y no hablan del tema. Pero es en las noches donde los pensamientos de incertidumbre regresan.

Pero hay resquicios de esperanza, pues aunque la tragedia invade los hospitales, colegas que nunca antes se habían visto, ahora trabajan juntos para encontrar soluciones a lo largo de esta pandemia.

“Mi equipo ha sido realmente genial para mí. Hemos trabajado muy bien juntos y nos hemos unido en esta crisis. No nos conocemos, todos venimos de diferentes unidades dentro del mismo hospital, así que para nosotros unirnos y trabajar tan bien como un equipo, ha sido una aventura, pero creo que eso es lo que me da esperanza”, afirmó Tiffany Fare, una enfermera en la unidad de biocontención.