El conflicto por los derechos económicos en el Mediterráneo oriental, que tiene a Ankara y Atenas desde hace semanas al borde de un enfrentamiento militar, es para el Gobierno turco una lucha «por el espacio vital» del país euroasiático.

Así lo expresaba este viernes en conversación telefónica con Efe el politólogo Ahmet Uysal, director del centro de análisis ORSAM, al opinar que Grecia intenta «excluir» a Turquía del Mediterráneo y «confinarlo a sus fronteras terrestres».

El conflicto se va gestando desde que, hace más de una década, se descubrieron enormes yacimientos de gas natural al sur y sureste de Chipre, lo que ha acelerado la competición de los países ribereños por delimitar una zona económica exclusiva (ZEE) ante sus costas.

Según la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), tal zona puede extenderse hasta 370 kilómetros desde las aguas territoriales de un país y da derecho exclusivo a pesca y explotación de yacimientos geológicos.

En la práctica, al ser la distancia entre las costas de Anatolia y Egipto menor de 600 kilómetros, todos los países ribereños deben negociar entre ellos para fijar los límites, normalmente aplicando una línea equidistante de las costas.

Pero la presencia de islotes griegos muy cerca de tierras turcas, como es el caso de Kastelórizo, a unos 125 kilómetros al este de la isla de Rodas y a solo dos de las costas turcas, permitiría a Atenas trazar una ZEE que ocuparía prácticamente todo el espacio marítimo entre Creta y Chipre.

Turquía protesta contra esta aspiración, aseverando que «las islas no pueden generar una ZEE», si bien esta interpretación no tiene base en la CONVEMAR, y en noviembre pasado firmó un tratado con Libia que expande una futura ZEE turca prácticamente hasta las playas de Creta.

En respuesta, Grecia firmó, el 6 de agosto pasado, un acuerdo con Egipto estableciendo una ZEE que en gran parte se solapa con las aguas que reclama Turquía.

El pacto de Atenas y El Cairo fue lo que disparó las tensiones después de unas semanas de calma en las que Ankara había suspendido las exploraciones de gas por petición de la canciller alemana, Angela Merkel, que estaba mediando para impulsar un diálogo.

Ahora, por la zona en conflicto se mueve el buque explorador turco Oruç Reis, realizando mediciones sísmicas para identificar posibles yacimientos de gas, flanqueado por varias fragatas turcas y observado de cerca por buques militares helenos.

El miércoles, la fragata griega Limnos y la turca Kemalreis incluso llegaron a rozarse, causándose mutuamente daños menores, según asevera tanto la prensa griega como la turca, pero sin que el incidente haya sido confirmado oficialmente.

«Las tensiones son altas, sí. Pero el único país que tiene la culpa es Grecia. Si alguien acosa a nuestro buque, el Oruç Reis, por supuesto vamos a responder», dijo hoy el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu.

«No dejaremos sin respuesta ni la más mínima agresión contra nuestros buques civiles. El Oruç Reis continuará sus trabajos hasta el 23 de agosto», advirtió también el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.

Sin embargo, es difícil imaginar que dos socios de la OTAN, como son Turquía y Grecia, vayan a pasar a un conflicto armado de verdad.

«No creo que la situación vaya a escalar. Puede que veamos alguna escaramuza menor, una especie de darse empujones, pero no mucho más», vaticina Uysal.

Aunque califica la postura griega de «maximalista», también cree que Turquía está plenamente dispuesta a negociar sobre una posible ZEE alrededor de las islas griegas, siempre y cuando Atenas renuncie al espacio trazado alrededor de Kastelórizo.

Así lo insinuó también Çavusoglu hoy al explicar el conflicto durante una visita oficial a Suiza, destacando que Grecia pretende «tener derecho a 40.000 kilómetros cuadrados de ZEE» por Kastelórizo.

EL FACTOR FRANCIA

La Unión Europea (UE) debe mostrar «plena solidaridad con Grecia y Chipre», opinó hoy en Viena el ministro austríaco de Exteriores, Alexander Schallenberg, tras recibir a su homólogo griego, Nikos Dendias.

Pero Uysal señala que la UE, que hoy debatía la situación en una teleconferencia, está lejos de una postura unánime: mientras varios países buscan mediar, Francia intentaría instigar las tensiones en búsqueda de beneficio propio.

París mantiene varios buques de guerra en el Mediterráneo oriental, lo que ya ha causado fricciones con Ankara, que denuncia el respaldo galo al general rebelde Jalifa Hafter en Libia, alzado en armas contra el gobierno libio reconocido por la UE y respaldado militarmente por Turquía.

En los últimos días, buques franceses han realizado maniobras conjuntas con los griegos y dos cazas franceses, con base en Chipre, han sobrevolado la zona.

Uysal vincula el apoyo francés al intento de París de establecer una base de influencia en Libia, en el campo de Hafter, algo que ve contrario a los intereses de Europa y de la OTAN porque facilita la expansión de Rusia, también aliado con Hafter.

El analista ve imposible que Turquía renuncie a poder explotar económicamente un importante área marítima ante sus costas, y vaticina que finalmente se impondrá el sentido común y habrá una negociación.

Las palabras más recientes de Dendias apuntan en la misma dirección: «Espero que no haya conflicto si todos mantienen su mente y todos actúan de acuerdo con el derecho internacional, el derecho internacional del mar», dijo hoy el ministro griego en Viena.

«Todo se puede resolver, pero es una pregunta que hay que hacer a los turcos», añadió.