Veinticinco desplazados internos murieron en Burkina Faso después de que un convoy que transportaba a 46 personas fuera emboscado por un grupo armado en la Región Centro-Norte, confirmó este miércoles la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

Los desplazados internos fueron atacados la noche del 4 de octubre cuando volvían a sus casas desde la localidad de Pissila tras considerar que la situación de inseguridad había mejorado en la zona.

«Durante el ataque, los hombres fueron separados del grupo y ejecutados, dejando a uno de ellos por muerto. Las mujeres y los niños fueron liberados más tarde una vez el grupo armado abandonó la zona», indicó ACNUR en un comunicado.

Según reporta el medio local Lefaso.net, la emboscada habría sido perpetrada por al menos 20 hombres armados.

«Estamos conmocionados por la noticia de este acto brutal y cruel», dijo Ioli Kimyaci, representante de ACNUR en el país, «civiles inocentes buscan seguridad, pero en cambio, lo pagan con sus vidas y con una frecuencia alarmante».

Ya el pasado 1 de octubre, tres personas fueron asesinadas por hombres armados en un pueblo de la comuna de Kombori, en la provincia de Kossi (oeste), informó la Agencia de Información de Burkina Faso.

Burkina Faso sufre actualmente la crisis de desplazados con el crecimiento más rápido del mundo, con más de un millón de personas fuera de sus hogares -más de uno por cada 20 habitantes- como consecuencia de la creciente violencia que azota el país, principalmente, en las zonas norte y este.

Este país de África occidental sufre ataques yihadistas desde abril de 2015, cuando miembros de un grupo afiliado a Al Qaeda secuestraron a un guardia de seguridad rumano en una mina de manganeso de Tambao (norte), que aún sigue desaparecido.

Los atentados han ido aumentando y la situación se agravó en 2019, cuando que se multiplicó por diez el número de personas desplazadas por la violencia yihadista, según datos del Consejo Noruego para los Refugiados; una cifra que sigue creciendo.

La región más afectada por la inseguridad es la del Sahel, situada en el norte y que comparte frontera con Mali y Níger, aunque la amenaza se ha ido expandiendo a provincias limítrofes y desde el verano de 2018 afecta también al este del país.