El 16 de diciembre de 2010, después de recibir un balazo en la cabeza, el cuerpo de Marisela Escobedo caía inerte frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua tras dos años de activismo y lucha ante un Gobierno insensible e ineficaz ante el feminicidio de su hija.

Diez años después, el caso sigue siendo un símbolo que visibiliza la violencia machista en un país donde son asesinadas más de diez mujeres al día.

Rubí Marisol Frayre Escobedo fue asesinada en 2008 en Ciudad Juárez, en el norteño estado de Chihuahua, por su entonces pareja, Sergio Rafael Barraza. Fue entonces cuando Escobedo inició su carrera de fondo para lograr justicia llegando a un trágico desenlace.

El entonces el sospechoso fue detenido y sometido a un juicio oral después de que confesase la autoría del crimen y señaló el lugar donde se ubicaban los restos de Rubí. Sin embargo, fue declarado inocente, y la noticia se convirtió en un escándalo.

El llanto de Marisela tras conocer la sentencia llegó por aquel entonces a traspasar las fronteras nacionales, pero fue con el estreno en Netflix del documental «Las tres muertes de Marisela Escobedo» el pasado octubre, en el que se recoge la historia del activismo de la madre de Rubí, los escollos con los que se encontró y su propio asesinato en 2010, que la historia resurgió y se hizo viral.

Tras el juicio oral, la madre de Rubí dejó su trabajo e inició una ardua labor para que Barraza fuese llevado a juicio de nuevo pero los gobernadores del estado José Reyes Baeza Terrazas (2004-2010) y César Duarte (2010-2016), hoy acusado de corrupción y preso en Estados Unidos a espera de extradición, le dieron largas en todo momento.

Totalmente ignorada, se instaló frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua, por lo que recibió diversas amenazas de muerte, avisos que se cumplieron con su asesinato de un balazo en la cabeza un día como hoy hace diez años.

En octubre de 2012, la Fiscalía General del Estado de Chihuahua detuvo a José Enrique Jiménez Zavala, un líder pandillero, y lo presentó como asesino de Marisela, algo con lo que la familia nunca concordó y señaló al hermano de Barraza como autor.

Finalmente, tanto Jiménez como Barraza murieron, uno en su celda asesinado por otro reo y el otro en un enfrentamiento con el Ejército Nacional.

Gabino Gómez, coordinador de área de personas desertoras del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (Cedehm), conoció a Marisela después del juicio oral, momento a partir del cual hubo acompañamiento permanente para ella y después para la familia que se encuentra exiliada.

«Estuvimos con ella en todos los momentos que estuvo en ciudad de Chihuahua o pasaba rumbo a Ciudad de México en sus investigaciones y protestas. La acompañamos hasta el día que la asesinaron, ese día estuve allí con ella por la mañana, en el plantón», expuso este miércoles el activista en entrevista con Efe.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) notificó el pasado noviembre al Estado mexicano la denuncia en su contra por el feminicidio de Rubí y el asesinato de Marisela, dando tres meses a México para remitir sus observaciones.

De acuerdo con Gómez y con la coordinadora general del Cedehm, Ruth Fierro, «el documental que recientemente se publicó viene a posicionar nuevamente y a dar un impulso al caso que ayudó a que la Comisión adelantase un poco los plazos».

AVANCES INSUFICIENTES 

Sin embargo, los avances son todavía insuficientes y reflejan la ineficacia de un sistema judicial trunco que, a pesar de los progresos legislativos y formales, sigue contando con una impunidad del 99 % que deriva en más de diez mujeres asesinadas, 40 violaciones y 500 denuncias por violencia familiar cada día, según datos oficiales.

«La importancia de este caso es porque sigue siendo una realidad. El caso de Marisela refleja cómo funciona en general el sistema de justicia para las víctimas en este país y en particular para las mujeres», indicó Fierro.

Y con ella concordó Blanca Juárez, periodista feminista integrante de la red Políticamente Incorrectas: «Es un ejemplo de una historia que se repite y se repite a lo largo de los años y se ha vuelto un círculo del que intentamos salir. Por un lado es lamentable que tengamos que recordar estos aniversarios pero lo que nos queda es retomar fuerza de eso, de esas cenizas y volver a prender el fuego».

La periodista aseguró que, además de las alarmantes cifras, lo más significativo es la brutalidad de este tipo de crímenes. «No suficiente con quitarles la vida, está la manera en que lo hacen, la manera en que se despojan de los cuerpos para quitarnos la dignidad», dijo.

Fierro destacó que algunas cosas han cambiado desde entonces, ya que «hay protocolos para juzgar con perspectiva de género» pero todavía existe una enorme brecha entre lo que está escrito y la realidad.

México está lleno de Mariselas a las que nadie escucha y nadie ofrece respuestas. Pero ante eso, la sociedad civil y las mujeres feministas adquieren cada vez más protagonismo en la agenda informativa, logrando en muchos casos hacer el trabajo al que no llegan las autoridades.

«Ante eso seguimos organizadas de una u otra manera. La sociedad civil y el movimiento feminista han ido creciendo y han trascendido cada vez a generaciones más jóvenes que están conociendo sus derechos en un proceso de entenderlos y exigirlos», expuso.

El caso de Marisela Escobedo y su hija Rubí se asume ahora como una demostración de la ineficacia del sistema judicial y reflejo de la ola descontrolada de violencia que sacude México, pero también de icono y motivación para que la lucha no termine hasta que se haga realidad el lema «Ni una más».